Se destaca que para poder hacer la muestra se estudia con profunda paciencia los restos arqueológicos microscópicos
Los sacerdotes mexicas utilizaron ejemplares faunísticos para recrear en las ofrendas los niveles verticales del universo. Corales, conchas, caracoles, estrellas de mar y otros organismos marinos simbolizan un inframundo de naturaleza acuática, conectado con el mar, ríos y lagos.
Para mostrar esta riqueza arqueológica de las ofrendas enterradas en el recinto de la antigua Tenochtitlán, se presenta la exposición “Estrellas de mar y cocodrilos” en las ofrendas del Templo Mayor, que muestra la inseparable relación entre la naturaleza, cultura y conocimiento, se informó en un comunicado.
A nombre de Diego Prieto, director de Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), José Enrique Ortiz Lanz, coordinador nacional de Museos y Exposiciones, destacó que para poder hacer la muestra se requirió estudiar durante años y con profunda paciencia los restos arqueológicos microscópicos y desarrollar un constante intercambio de conocimientos con los expertos de biología moderna.
El hallazgo y estudio de restos de estrellas de mar en las ofrendas que los mexicas depositaban en el Templo Mayor, así como el análisis sobre el cocodrilo y su relevancia religiosa y simbólica, enfoca la atención de los investigadores en los restos óseos faunísticos y demuestra la riqueza de información que materiales tan diminutos puede ofrecer para adentrarse en la compleja cosmovisión mesoamericana, explicó el arquitecto Ortiz Lanz.
El diseño de la muestra, a cargo de Tonatiuh Silva Pérez, juega con el vistoso color de sus protagonistas para armar un discurso en el que biólogos y arqueólogos dan cuenta, en un mano a mano, de la biodiversidad que nos acompaña desde tiempos remotos y que estamos obligados a conservar. Imágenes de estos ejemplares hallados en ofrendas, de su análisis en laboratorio y su representación en testimonios antiguos como murales y códices, dialogan con fotografías actuales donde los observamos en sus respectivos ecosistemas.
La bióloga Belem Zúñiga Arellano, investigadora del PTM, especializada en el estudio de las estrellas de mar sepultadas en el Templo Mayor, comentó que las placas calcáreas que conforman sus esqueletos fueron por años un gran enigma, hasta que en 2010 los investigadores del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Unam lograron identificarlas.
Destacó que en el mundo existen más de mil 800 especies de estrellas de mar y que en el Templo Mayor de Tenochtitlán se han hallado seis de ellas: una proveniente del océano Atlántico y cinco del Pacífico. Estos animales tan peculiares pueden ser colectados por el hombre a la orilla del mar o buceando a pulmón libre en rápidas inmersiones no mayores a 20 m de profundidad, pues se desarrollan en una amplia gama de sustratos: pastos marinos, fango, arena, grava, piedra y coral.
“Es posible que desde las costas y hasta la antigua Tenochtitlan, los mexicas trasportaran las estrellas de mar ya muertas, secas y desprovistas de sus colores”, explicó.
Texto y foto: El Universal