Una diferencia de menos del 0.5% de los votos vuelve a convertir al Estado en el epicentro de una polémica disputa legal tras unos comicios
DIECIOCHO AÑOS DESPUÉS, Florida vuelve a ser el epicentro de una polémica y reñida disputa de votos. Las elecciones del pasado martes a senador y gobernador tendrán que pasar por un recuento automático de los votos debido a la estrecha diferencia de votos entre los candidatos demócratas y republicanos, según decidió la autoridad electoral del Estado ayer sábado. Los candidatos republicanos van en cabeza en el recuento, pero la diferencia es de menos del 0.5% de los votos. A diferencia de las presidenciales de 2000 que se decidieron judicialmente tras una situación similar en Florida, esta vez no hay problemas con el diseño de las papeletas. Pero sí se han repetido las protestas ante las oficinas electorales y el desembarco de abogados en medio de muchos nervios.
La noche del martes, los candidatos republicanos a senador por Florida, Rick Scott, y a gobernador, Ron DeSantis, clamaron victoria aunque oficialmente no se les había proclamado ganador porque quedaban por contar dos condados, de mayoría demócrata. Uno de esos distritos examinó este viernes si algunas papeletas que se habían considerado defectuosas en realidad eran correctas. Desde el martes, se ha ido achicando la diferencia de votos de los republicanos con sus rivales, el actual senador, el demócrata Bill Nelson, y el candidato a gobernador, Andrew Gillum. El viernes, la ventaja de Scott era de solo el 0.18% de votos y la de DeSantis, del 0.44%.
Por ley, es obligatorio un recuento electrónico de papeletas si el sábado la diferencia de votos es de menos de 0.5 puntos. Finalmente, el secretario del Estado (autoridad electoral) de Florida hizo oficial a mediodía del sábado que la diferencia de votos obliga a un recuento automático. Los resultados deben estar listos el próximo jueves por la tarde. Si después de ese recuento la diferencia sigue siendo de menos de 0.25 puntos, se hará otro recuento a mano.
Paralelamente, la elección ha sido judicializada a través de demandas de los dos aspirantes a senador. Scott, que es el actual gobernador de Florida, y el presidente estadounidense, Donald Trump, han acusado sin pruebas a dos condados, de mayoría demócrata, de cometer fraude. “Es una desgracia”, dijo Trump, quien en las presidenciales de 2016 atribuyó a irregularidades falsas su derrota, en el número total de votos, frente a la demócrata Hillary Clinton.
Scott logró el viernes que un juez obligara a la autoridad electoral del condado de Broward a entregar toda la información sobre los votos emitidos. Nelson, su rival demócrata, le acusa de utilizar su potestad como gobernador para sugerir que puede pedir una investigación policial. Las autoridades han dicho no tener pruebas de fraude alguno, aunque ese condado ha estado envuelto en polémicas en el pasado. En unas elecciones de 2016, eliminó un archivo de papeletas físicas pero mantuvo uno digitalizado.
Tanto Broward como Palm Beach fueron dos condados clave en la disputa tras las elecciones presidenciales de 2000 entre el republicano George W. Bush y el demócrata Al Gore. Florida acabó determinado quién se hacía con la presidencia. Bush ganó oficialmente el Estado después de que el Tribunal Supremo paralizara un recuento de votos tras detectarse posibles irregularidades. Entonces, ambos condados utilizaban papeletas en las que el votante hacía un agujero dentro de un círculo. Esos formatos se cree que confundieron a muchos votantes y que podrían haberle costado la victoria a Gore.
También se encaminan a recuentos las elecciones a senador por Arizona y a gobernador de Georgia.