El génesis de la juventud rebelde

Por: Ángel Torruco González 

 

José Ingenieros mencionó en alguna ocasión que: “no se nace joven, hay que adquirir la juventud. Y sin un ideal, no se adquiere”. Hoy los jóvenes participan activamente en la sociedad, son parte de la fuerza laboral, tienen cierta influencia política, incluso generan oportunidades para otros jóvenes, pero ¿siempre ha sido así?

En la obra de John Randall “Youth and History”, nos narra que fue a partir de la industrialización, en especial de la Segunda Revolución Industrial (1850-1870), cuando se comenzó a exigir un mayor grado de estudios para la obtención de trabajos mejor remunerados. Esto tuvo una clara consecuencia, el engrosamiento de las filas de obreros peor pagados, resultando evidente la falta de oportunidades si no se tenía una buena formación educativa. Fue precisamente en esos tiempos, cuando el autor nos indica que nacen las protestas sociales de los jóvenes obreros, que buscaban una mejor calidad de vida y ciertamente se endurece en dicho sector el éxodo rural.

En un sentido similar, Christine Griffin nos menciona en su obra “Representaciones Juveniles”, que los jóvenes del mundo no podían ser contenidos por la industria o por el poder gubernamental, surgiendo sobre sus hombros lo que hoy sería uno de los antecedentes del anarquismo en 1870 con la Comuna de París, quedando de manifiesto que la juventud tenía la completa capacidad para involucrarse en las acciones de protesta social o apoyo a los grupos de carácter político que escuchaban sus pensamientos.

Los años pasaron y los movimientos estudiantiles en Europa cobraron mayor impulso tras las guerras napoleónicas, sobre todo gracias al Grupo de Estudiantes Colectivistas de París de 1893, que se integrarían posteriormente al partido socialista francés. De esta forma dejó de utilizarse el calificativo joven en movimientos sociales para referirse a un símbolo de inmadurez o falta de responsabilidad y pasa a ser un símbolo de fortaleza y energía, como bien lo ejemplificaron los movimientos de la Joven Italia, Joven Alemania o Jóvenes Turcos.

Durante el tiempo “Entre Guerras” la juventud se comenzó a involucrar con mayor fuerza exigiendo justicia en las actividades políticas, pero sin mucha dirección. Voltearon a ellas pensamientos oscuros como el fascismo o el nacismo, pero también movimientos globales como la Internacional Juvenil Socialista de 1923, alcanzando su cenit en 1938, cuando agrupó a más de 64 organizaciones juveniles, entre las que se encontraban mexicanas y brasileñas.

Hoy, luego de tantos años de luchas y victorias vemos una juventud que participa y que es escuchada por los diferentes sectores de la sociedad. Es la juventud una protagonista de las revoluciones que vemos en la actualidad. Tal como decía Salvador Allende: “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica.” Para confirmarlo podemos observar el caso de la Primavera Árabe, donde un joven vendedor ambulante de nombre Tariq Tayyib Mohamed Bouazizi, comenzó con su propia inmolación la revolución en Túnez, la cual más tarde fue llevada a los reflectores del mundo, gracias a miles de jóvenes que la transmitían por medio de las redes sociales.

Esto nos lleva a afirmar que la juventud también es protagonista en otras revoluciones diferentes a las políticas, como es el caso de la revolución cibernética. Hoy en día, son jóvenes como Mark Zuckerberg, Evan Spiegel, Kevin Systrom o Kayvon Beykpour, los que dirigen el enorme poder de las redes sociales, incluso Jack Dorsey también era joven cuando co fundó Twitter.

De manera que, el decir que los jóvenes son el futuro de la humanidad es una realidad incompleta. Los jóvenes han sido el pasado, son el presente y serán el futuro de nuestros tiempos; siempre que recuerden que su juventud deben adquirirla todos los días, alimentarla de ideales y si queremos un mundo mejor, compartirla con nuestras futuras generaciones que habrán de inmortalizar su legado.

 

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