Mario Barghomz
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La historia antes de ser historia fue mito. Y se volvió historia por los mitos. Y no existe una historia en el mundo que no comience por el relato de sus mitos. La historia de la humanidad entera es una historia con referencia en sus mitos.
Y cada país tiene sus propios mitos; mitos antiguos imaginados que describen su origen y principio. Y son los mitos los que hacen referencia a nuestros dioses, a nuestras guerras y a nuestros héroes, nuestros éxodos, migración y fundaciones.
Así pues, cada historia mítica narra cómo comenzó todo; la nuestra, la griega, la romana… La griega enlaza a toda la civilización occidental de donde depende el origen de nuestra cultura y evolución. Podemos llamarla: la cuna de nuestra civilización. En ella encontramos el origen de nuestro lenguaje y el nombre de la mayoría de las cosas, los fenómenos y los elementos tal y como hasta hoy los conocemos y los nombramos: el cielo, la Tierra, el océano, el aire, el tiempo, el sol, la noche, la aurora, la muerte, lo eterno, la mente, la memoria, el sueño.
Lo extraordinario del mito griego es su gran semejanza con el concepto científico cosmológico del origen del Universo, primordialmente con la teoría del Big Bang que habla de la gran explosión cósmica a partir de una micropartícula. En las dos historias (la científica y la del mito griego), el principio fue la Nada (el Caos) de donde luego se originó todo.
Lo primero creado en el Big Bang fueron las galaxias, las estrellas (nuestro Sol) y luego los planetas (nuestra Tierra). En el mito griego primero aparecen Gea y Urano (Tierra y Cielo), después la oscuridad y la noche (Erebo y Nix), luego el Tártaro (inframundo o infierno), la Luz (Helios) y el océano. Los dioses que popularmente conocemos vendrán después: Zeus, Vulcano, Apolo, Atenea, afrodita; todos dioses del Olimpo.
Nuestra historia mítica (la de México) narra la odisea de media docena de tribus nahuatlacas que vinieron del norte para asentarse en el Valle de México. El mito dice que venían guiados por el dios Huitzilopochtli que muchas veces tomaba la forma de un águila para orientarlos. El Dios les había dicho que ahí donde vieran que el águila devoraba una serpiente, ese sería el lugar que ocuparían, la tierra donde crecerían como civilización. Hoy esa águila y esa serpiente son el centro de ese mito en nuestro lábaro patrio, nuestra bandera mexicana.
Dioses y hombres, historia y mitos siempre han estado relacionados para darle nombre y lugar a lo que somos ahora. Roma también es otra historia que podemos citar. De cómo su fundación también tiene origen en un mito; el de Rómulo y Remo, hijos de Rea Silvia, una sacerdotisa vestal y el dios Marte. Para salvarlos de la muerte Silvia pone en una sesta a sus dos gemelos que navegarán por el río Tíber hasta ser encontrados por una loba que los alimentará para que no mueran. Ya mayor, luego Rómulo fundará Roma en el monte Palatino. Hasta hoy esta historia les resulta atractiva tanto a romanos como a los turistas del resto del mundo.




