A pesar de los incendios que se han registrado en Yucatán, la Confederación Nacional Campesina declara que el fuego ha afectado más al sector ganadero, quienes en ocasiones se quedan sin pasto para alimentar a sus animales y tienen que recurrir al alimento
En México, el año pasado hubo más de 7,000 incendios forestales que afectaron cerca de 271 mil hectáreas, y aunque en Yucatán van 1,200 incendios en esta temporada, la Confederación Nacional Campesina declaró que hasta el momento las afectaciones han sido mínimas, incluso más han afectado a la ganadería.
El dirigente de esta agrupación Juan Medina Castro, indicó que por lo regular se debe a que los campesinos se les sale de control pese a realizar grandes guardarrayas, suelen darse a las orillas de las carreteras y salta a otra milpa, o en que tiran botellas de vidrio o colillas de cigarros, en donde en el primer caso hace el efecto lupa.
En el estado, el 9.7 por ciento (112 mil 743) de los habitantes que trabajan se desenvuelven en el sector primario: 68.2% en la agricultura (73 mil 751), 24.3% en el pecuario (26 mil 228) y 7.5% en la pesca (ocho mil 109).
A nivel nacional, la producción agrícola de Yucatán representa el 2.3 por ciento, lo que la coloca en el lugar 18; la ganadería, por su parte, equivale al 1.9%, lo que la sitúa en el lugar 16 del ranking nacional; y la actividad pecuaria es del 1.9%, ubicándose así en el lugar 10 de todo el país.
Los productos agrícolas cultivados en Yucatán que destacan son pastos, con un valor de dos mil 396 millones de pesos (mdp); maíz grano, que representan ingresos de 455 mdp; naranja, cuyo valor asciende a 454 mdp; pepino, 420 mdp; y limón, con un monto de 369 mdp.
El dirigente cenecista resaltó que también influye que los campesinos respetan los calendarios de las fechas de la tumba, roza y quema.
“Con este método se matan a muchos microorganismos dañinos para la agricultura, purifica la tierra, la hace más fértil y la ceniza de los árboles consumidos por las llamas es un fertilizante natural”, expresó.
La roza, tumba y quema es un método actualmente asociado a la deforestación, a la pérdida de biodiversidad y a los incendios forestales. No obstante, también es un método que se ha transformado profundamente con el tiempo, de manera que los periodos de descanso para que los suelos se regeneren y las medidas cautelares para evitar que el fuego se salga de control que estaban asociados originalmente a la práctica han quedado, muchas veces, en el olvido.
Aunque se cree que es una técnica obsoleta, persiste como práctica común en muchas comunidades, pues está arraigada en su cultura. Este hecho brinda a los investigadores agrícolas la oportunidad de buscar nuevas opciones para uso y manejo, para identificar puntos claves en la secuencia de las prácticas agrícolas, las formas de conservación del germoplasma in situ y las de organización para la producción.
Medina Castro apuntó que ha escuchado que los incendios han afectado a los ganaderos en mayor proporción, quienes en ocasiones se quedan sin pasto para alimentar a sus animales y tienen que recurrir al alimento, pero suele darse el caso que en ocasiones suelen perder hasta algún ejemplar.
En el caso de la ganadería, señaló que con los incendios buscan que los pastos retoñen, pero también se han atrasado las primeras lluvias.
Explicó que con la quema que realizan los agricultores tienen que estar muy pendientes porque dependen del viento y éste puede cambiar drásticamente la trayectoria del fuego.
Actualmente la gente que se dedica al campo no tiene el suficiente apoyo por parte del Gobierno Federal. Existe el programa de Sembrando vida, que apoya a 10 mil campesinos, pero en el estado hay 200 mil.
Recordó que hace años el Estado tuvo una producción autosuficiente en maíz y que se dejó de tener esa producción porque se abandonó el campo.
El dirigente de la Confederación Nacional Campesina señaló que también otro problema que tienen es el cambio climático, ya que les prolonga la sequía y que no funcionen las cabañuelas.
“Son muy imprecisas, antes ayudaban mucho pero ahora es difícil saber con exactitud los días que lloverán, que es importante para el riego”, agregó.
Explicó que esta falta de apoyo propició que los productores dejen sus lugares donde viven y se vayan a vivir a Mérida y Quintana Roo para trabajar de albañiles, pero esto propicia que menos trabajen el campo y lo peor que se descuida mucho a las familias.
“Prácticamente viajan cada semana o quincena y por una parte se tiene dinero, pero se descuida a la familia, en ocasiones hasta la mamá viaja y los hijos se quedan al cuidado de los abuelos y éstos en ocasiones son presa fácil de la delincuencia y las adicciones”, aseveró. También Dijo que es probable que las autoridades no se dan cuenta de los daños colaterales que se tiene al descuidar al campo.
Explicó que también se requiere tecnificar el campo, que se cuenten con sistemas de riego, ya que ni siquiera el tres por ciento de los productores tienen esa tecnología. El sector agrícola es el que más agua ocupa en el país, un 76%, pero también es el que más la desperdicia.
Cuestionado que los agrónomos suelen estar en mejor condición que los productores, aclaró que los primeros únicamente representan el tres por ciento del gremio: “Suelen trabajar para las empresas que producen alimentos o son funcionarios de gobierno”.
Hoy en día realizan cursos de fertilizantes e insecticidas orgánicos y esperan contar con el apoyo de los alcaldes para que estos puedan llegar a más productores.
Por último, dijo que el insecticida lo realizan con hojas de nim y chile habanero, es efectivo. “No te paso completo la receta para que no la pirateen”.
Texto y foto: Darwin Ail / Agencias