Indígenas tzotziles del sureste mexicano concluyeron este martes su Carnaval K’intajimol, que significa fiesta de juegos, una celebración heredada de la cosmovisión maya con rituales en honor a la tierra, la energía cósmica y al Santo Entierro de Cristo.
“Aquí en los Altos se festeja el K’intajimol, son los cinco días perdidos del calendario maya, pero también tiene que ver mucho y está muy arraigado con la cosmogonía del pueblo tzotzil de Zinacantán, que está relacionado con la madre tierra”, comentó a EFE el investigador tzotzil Mariano de Jesús Pérez.
La celebración este año se realizó del 9 al 13 de febrero en Zinacantán, en el estado de Chiapas, donde autoridades religiosas tradicionales y los pobladores dedican rezos prolongados en sitios sagrados de la localidad, en los que llevan como ofrenda música, incienso, velas, flores y chicha, una bebida sagrada de maíz y piña.
Durante estos días, unos 300 danzantes se visten de payasos, con pelucas de colores, abrigos de lana y armas de juguetes, o se disfrazan de monos, lobos y utilizan máscaras de terror.
Por su recorrido por las calles, estos grupos van acompañados de bandas de viento, violines, guitarras, flautas de carrizo y tambores.
“Aquí así es la tradición. Nosotros aquí tenemos que bailar en las iglesias, en las casa donde está el atrio para poder alegrar un poco a las personas”, contó un danzante.
Los rituales buscan agradecer a la madre tierra, y alejar las plagas, enfermedades y violencia.
“Es una celebración tradicional del mundo maya, de muchísimos cientos de años o miles de años y que hasta hoy en día sigue vigente en nuestra cultura y año con año nosotros los celebramos”, expuso Francisco Sánchez Hernández, presidente municipal de Zinacantán.
Los indígenas tzotziles escenifican los tres niveles del espacio: el inframundo, lo terrenal y el cielo.
Esta festividad termina con la participación de los mayoles (policías), quienes capturan a los seres “descarriados” (fuera de orden) y los encarcelan hasta el próximo año, de manera figurativa.
Este año, a comparación de otros, los pobladores tzotziles se mostraron accesibles e invitaron a los visitantes nacionales e internacionales a vivir de cerca las tradiciones de los mayas que persisten este siglo XXI.
Texto y foto: EFE