Instrucciones para destruir la naturaleza

Por Jonathan Ruiz Torre

Nos estamos retrasando en ese propósito. La inercia parece detener su velocidad en el proceso de destruir aceleradamente la naturaleza.

Un poco de contexto: Pasó relativamente inadvertida una declaración de la economista Norma Leticia Campos. Ella defendió sin éxito en el Senado su candidatura a una de las sillas vacantes de integrantes en la Comisión Reguladora de Energía, que es el árbitro autónomo en el mercado de la gasolina, el gas y la electricidad, entre otros. Ella no pasó el filtro legislativo.

El presidente López Obrador corrigió el asunto y ya puso a Campos en su lugar… de la CRE, entonces su reciente declaración cobró fuerza.

Campos dijo a los senadores reunidos en una sala: “En el sector eléctrico es muy importante que se despachen primero las plantas de menor costo. No puede haber trampas ahí, y las ha habido. Se están despachando las más caras ‘porque es que mira, porque el medio ambiente…’ creo que es muy importante el medio ambiente, pero tan importante como el medio ambiente somos los seres humanos”.

“Entonces sí hay que cuidar la naturaleza”, continuó, “pero formamos parte de la naturaleza y entender que no podemos sobrevivir si no hacemos un uso de la naturaleza, bueno, a fuerza tenemos que apropiarnos de la naturaleza, transformar la naturaleza, incluso destruir la naturaleza para satisfacer las necesidades básicas”.

Tiene toda la razón. Hay una institución llamada Cenace o Centro Nacional de Control de Energía, que en términos muy simples es el oficial de tránsito que indica qué tipo de electricidad debe avanzar por los cables de transmisión para que ustedes tengan luz, y cuál generación debe detenerse en un momento dado. Todos los días.

Recientemente dejó pasar cada vez más la producción de electricidad con motores a gas natural; con energía fotovoltaica del sol o con la del viento, la eólica, luego de que estas dos últimas bajaron sus costos por culpa de la manufactura china que las volvió más accesibles.

Vean la gravedad del asunto: en 2010 no había registro oficial de generación de energía solar y ahora ya rebasamos cada año los 10 mil megawatts hora. Los mexicanos multiplicamos por 12 la generación de energía con el viento solo durante esta década, y la del gas natural que ya traía vuelo, aumentó 20 por ciento, revelan datos del Sistema de Información Energética (SIE). ¡Además entre las que invirtieron figuran empresas españolas como Iberdrola o Acciona! Hablamos de españoles que hirieron nuestra cultura, o la mitad de ella…

La economía tradicional que defiende Norma Leticia Campos persigue el uso eficiente de los recursos… económicos, siempre escasos. Lo más caro bajo esas reglas es el viento y el sol, porque hay que mantener equipos incluso cuando no hay viento o sol, es decir, cuando resultan inútiles esas máquinas, y desafortunadamente cada día tenemos una noche y a cada ventoso febrero, le llega su abril.

¿Lo más eficiente para la economía? Producir en máquinas que usan combustibles fósiles, mejor aún, con combustóleo, que es también en términos prácticos, la basura del proceso de refinación de Pemex. Es barato. También está el carbón, que lo tenemos al alcance en buena medida gracias a un senador… hasta ahora nadie mide cuánto nos cuesta la gente enferma por la contaminación. Hay que aprovechar el momento.

¿Eso destruye la naturaleza? Claro, ensucia el aire y el suelo aceleradamente, amén de calentar la atmósfera, pero los humanos debemos cubrir nuestras necesidades.

Nos estamos saliendo del huacal: si bien la generación con carbón crece, las entregas de combustóleo de Pemex cayeron 45 por ciento en solo dos años. Alguien debe hacer algo.

 

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