La investigación sobre el asesinato del presidente haitiano Jovenel Moise sigue estancada, mientras el país conmemoró ayer el segundo aniversario del magnicidio en un contexto de crisis sin precedentes.
El 7 de julio de 2021, Moise fue torturado y asesinado en su residencia privada de Perlerin 5, en Pétion-ville, por un grupo de mercenarios entre los que había colombianos y antiguos efectivos de los servicios secretos estadounidenses.
El equipo contaba con la complicidad de agentes de las unidades especializadas del Palacio Nacional encargadas de garantizar la seguridad del jefe de Estado a varios niveles.
Ahora, dos años después, Haití sigue sin saber quién lo mató y la viuda del malogrado mandatario, Martine Moise, considera al actual primer ministro, Ariel Henry, sospechoso de haber participado en el crimen.
Este mismo viernes, Martine Moise recordó en Twitter lo sucedido y afirmó que, “ante el bloqueo institucional de los asesinos en el poder, hace falta un tribunal especial internacional”.
Este 7 de julio tanto las autoridades haitianas como los seguidores del difunto presidente llevaron a cabo actos en su recuerdo, en una jornada declarada de duelo nacional en la que las banderas del país ondean a media asta y las discotecas y locales similares permanecen cerrados. En Haití el caso está prácticamente olvidado, se habla muy poco de él. Las autoridades apenas lo mencionan y el proceso judicial ya ha pasado por cinco jueces de instrucción, sin que hasta la fecha se haya hecho pública ninguna orden para celebrar un juicio.
Ante esta falta de avances, la estatal Oficina de Protección al Ciudadano (OPC) constata con “preocupación e inquietud la inaceptable lentitud” en la investigación.
Texto y foto: Efe