Por Marcial Méndez
En mayo del año pasado , Kanye West nos trajo Ye, uno de los mejores discos del 2018. Su penúltima pista, Ghost Town, es, indudablemente, un fuerte contendiente para la mejor canción de la década; pocas producciones llegan a expresar emociones de una manera tan intensa como aquella. En otras palabras, Kanye dejó la vara muy alta para su próximo proyecto en solitario: Jesus Is King, el cuál recién fue lanzado la semana pasada.
Lamentablemente, el nuevo álbum no alcanza las alturas de su predecesor y, aunque no es malo, sí es una leve decepción. Aunque la sinceridad y la pasión de Ye parecen no haberse perdido en esta nueva producción, sí lo han hecho la introspección y el análisis en pro de letras dedicadas, en su gran mayoría, a la mera alabanza (reiterativa y trillada, en sus peores momentos).
Afortunadamente, la música es mejor. Aunque tiene varias pistas a las que parece haberles faltado más tiempo en el horno, Jesus Is King sí que tiene sus momentos en los que la fe, el agradecimiento y el amor a Dios que siente Kanye se hacen palpables en su sonido. El mejor de ellos es God Is, cuyas harmonías e intensidad vocal logran colocar a uno en la piel de West. También destacan las influencias gospel de las primeras dos canciones del álbum; lamentablemente, estas pierden presencia en el resto del álbum, cuando conceptual y estéticamente debería ocurrir lo opuesto.
A pesar de todo, vale la pena echarle un oído al nuevo disco. Solo no esperen otro Ye ni mucho menos otra Ghost Town.