El Papa viajó ayer a Estonia, considerado uno de los países más ateos del mundo, y donde admitió que los jóvenes se alejan de la Iglesia, indignados por “los escándalos económicos y sexuales ante los que no ven una firme condena”.
Cerca del ochenta por ciento de los jóvenes en Estonia declaran no creer en ninguna religión, pero el alejamiento de la juventud de la Iglesia se produce también en los países de mayoría católica y así lo reconoció Francisco.
En la iglesia luterana de Kaarli en Tallin, el pontífice argentino encontró a los jóvenes cristianos de Estonia, donde sólo el 0.5% de la población es católica – unos 6,000 fieles -, mientras que hay un 10% de luteranos.
Allí habló de algunas de las conclusiones sobre lo que piensa la juventud de la Iglesia y que han sido publicadas en el “Instrumento de Trabajo” del próximo Sínodo.
“Los jóvenes no nos piden nada porque no nos consideran interlocutores significativos para su existencia. Algunos incluso, piden que los dejemos en paz, sienten la presencia de la Iglesia como algo molesto y hasta irritante”, dijo, citando el documento del Sínodo.
Y agregó: “les indignan los escándalos económicos y sexuales ante los que no ven una firme condena, el no saber interpretar adecuadamente la vida y la sensibilidad de los jóvenes por falta de preparación, o simplemente el rol pasivo que les asignamos”.
“Muchos pedís que alguien os acompañe y os comprenda sin juzgar y que sepa escucharos, como también que responda a vuestros interrogantes”, dijo y admitió que las Iglesias cristianas hablan, aconsejan y proponen, pero escuchan poco.
Reiteró, como se lee en el documento preparativo del Sínodo, que los jóvenes quieren una “comunidad transparente, acogedora, honesta, atractiva, comunicativa, asequible, alegre e interactiva”.
En esta última jornada del viaje de cuatro días que el Papa ha realizado por los países Bálticos, Francisco celebró una misa en la plaza de la Libertad de la capital de Estonia para algunos centenares de personas.
En su homilía, Francisco también habló en la atea Estonia de aquellos que “viven sin Dios”.
“Algunos se consideran libres cuando viven sin Dios o al margen de él. No advierten que de ese modo transitan por esta vida como huérfanos, sin un hogar donde volver. Dejan de ser peregrinos y se convierten en errantes, que giran siempre en torno a sí mismos sin llegar a ninguna parte”, señaló.
Texto: EFE