Por Marcial Méndez
Desde que el tráiler parala siguiente cinta de Spider-Man mencionara la posible existencia de un multiverso, la fanaticada del cine de superhéroes se ha emocionado ante el minúscula chance de ver a las anteriores iteraciones del arácnido compartiendo la gran pantalla con la actual, interpretada por Tom Holland. Junto a esa exaltación colectiva, también han resurgido los clásicos debates respecto a cuál de esas tres versiones del personaje es la mejor. Aunque hay argumentos en pro y en contra para cada una de ellas, no cabe duda de que el primer lugar le corresponde al hombre araña de Tobey Maguire, protagonista de la afamada trilogía dirigida por Sam Raimi.
Mientras que Andrew Garfield interpreta a una contradicción andante (se supone que es un nerd pero se presenta como un pseudo-hipster con impecable sentido de la moda) y Holland se conduce como un geek exagerado hasta el punto de la falsedad, el Peter Parker de Maguire es, más que nada, humano: un inadaptado social entrañable y verosímil, muy alejado de la caracterización caricaturesca del Spider-Man del MCU.
En gran medida, lo anterior se debe a que el Peter de aquellas viejas cintas de los 2000 es un personaje excelentemente integrado a un entorno bien construido: lo conocemos como “hijo”, como héroe, como estudiante, como amigo, como fotógrafo freelance, etc. El mundo en el que habita es rico en personajes y, afortunadamente, los filmes de Raimi hacen un excelente trabajo mostrándonos cómo Parker se relaciona con cada uno de ellos, cómo juega los distintos roles que muchos de nosotros desempeñamos día con día.
Asimismo, tanto Peter como quienes lo rodean crecen y cambian conforme la trilogía avanza. Como en la vida real, las relaciones del Spider-Man de Maguire son complicadas: nunca se mantienen estáticas, sino que tienen sus altos y bajos, y –más importante aún– no giran en torno al protagonista. Los personajes secundarios también tienen claros vínculos entre sí, y las transformaciones que sufren éstos últimos frecuentemente son el motor de cambio que impacta las interrelaciones de Parker. Es decir, los filmes de Raimi presentan un entramado social que se siente tan complejo, delicado y dinámico como aquel en el que estamos inmersos en nuestra vida cotidiana.
He ahí el secreto del mejor Peter Parker de la pantalla grande: un ser humano real habitando un mundo igual de real (meticulosamente construido a través del lente de una cámara).