La autoevaluación como virtud política

Ángel Canul Escalante
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Las últimas semanas han puesto de manifiesto la célebre frase de Lenin: “Hay décadas donde no pasa nada y hay semanas donde pasan décadas”. Entre un acontecimiento a otro la situación política y la urgencia por la carrera presidencial hemos dejado a un lado la tarea importante de evaluar los resultados de todos los que van de salida. 

El movimiento de izquierda clave en México no ha prestado atención a si los estados que gobernó durante seis años tuvieron el giro esperado hacia los valores y derechos que la izquierda se compromete a garantizar a los habitantes. 

En otro sentido, también podría considerarse un ejercicio crítico para saber e identificar los aciertos que se han tomado en política pública, en seguridad, en educación, salud y transporte. La autoevaluación, ejercicio que requiere de una necesaria pausa para realizarse, es incompatible con la prisa con la que corre la política en nuestro país. De ahí que nadie esté dispuesto a tomarse la molestia de pensar si hemos avanzado, retrocedido o sencillamente hemos estado estancados. 

Incluso para la llamada oposición, que para la mayoría es una parodia de políticos, les vendría bien este instrumento crítico para reconocer los fallos y las narrativas repitan que siguen sin poder conectar con las mayorías. Creo que una buena oposición de derecha le haría bien a nuestra democracia, acostumbrada a las hegemonías. Pues en este sentido, contar con un contrapeso exigiría mayores y mejores resultados a la izquierda.