LA BARCA DE CARONTE

Un gran pastel para 2018…

Por Miguel II Hernández Madero

A mediados de 2018 habrá elecciones en todo el país para renovar el Poder Legislativo y elegir al nuevo Presidente de la República; en Yucatán además se realizarán las elecciones para elegir a los diputados locales, regidores y Gobernador, situación que moverá el avispero nuevamente, incluso peor que hace unos años cuando se estrenó esa unión de procesos.

Pero recordemos: hasta antes de las recientes reformas electorales, los procesos en Yucatán estaban separados por poco más de un año de diferencia. Las elecciones federales movían poco al electorado y casi pasaban desapercibidas.

¿La razón? Podrían ser muchas pero la principal era que en las elecciones federales se trataba de personas casi desconocidas en los entonces cuatro distritos en que se dividía la entidad; ya sea aspirantes a diputados o a senadores era el mismo caso, se trataba de personas totalmente desarraigadas de la zona, salvo contadas excepciones, o que conocían la zona porque constantemente estaban en campaña al repetir como candidatos.

Así era lógico que se tuviera ese desinterés del electorado para votar en las elecciones federales. Fruto de eso existen aún legisladores yucatecos quienes rara vez visitan la entidad y únicamente se sabe de ellos cuando se ve su nombre en la lista de candidatos para pasar de una Cámara a otra.

En el caso de las elecciones locales, definitivamente las pasiones se desataban, pues la gente tenía de candidatos en sus municipios a personas que conocían, que sabían de donde salían y había enfrentamientos hasta en el mismo proceso de selección interna, de cualquiera de los dos partidos con presencia real en Yucatán, donde incluso se daban situaciones curiosas de “cambios de camiseta”, pues al no ser postulados por el PRI, se iban a la oposición y no pocas veces ganaban, evidenciando así las imposiciones o las malas decisiones de la cúpula a la hora de escoger a su abanderado.

En el proceso de 2018 las cosas no serán diferentes. Se ha trabajado de la misma manera, con una visión política ya rebasada por una sociedad cada vez más demandante, que ya no se traga los discursos triunfalistas, ni las fotografías posadas, ni las “adhesiones” de organizaciones fantasmas o apoyos “espontáneos” de ciudadanos.

Pensar así es cerrar los ojos. Mantener ese esquema es encaminarse a una derrota estrepitosa como la ocurrida en junio, refiriéndonos al PRI, o propiciar la llegada al poder de algún candidato improbable, como ocurrió en Valladolid con Morena y Alpha Tavera, a quien ni el PRI ni el PAN tomaron como un peligro y postularon a candidatos que no tenían nada que ofrecer, nada que proponer y mucho menos tenían una imagen pública para convencer. El resultado es que la candidata morenista ganó sin hacer campaña y es la alcaldesa de la Sultana del Oriente.

¿Qué va a pasar rumbo al 2018? Bueno, sin ánimos de querer ser profetas, anticipamos que veremos cada vez más seguido los nombres de Víctor Caballero, de Pablo Gamboa, de Jorge Carlos Ramírez, de Angélica Araujo, vamos, incluso hasta de Nerio Torres Jr., aunque haya anunciado su retiro de la política después de dos derrotas por la alcaldía de Mérida.

Los cuatro primeros nombres empujando hacia la silla del palacio de la calle 61 en Mérida y el último, así como otros con “derechos de linaje”, para otras posiciones, total el pastel es muy grande y habrá 106 alcaldías, 15 diputaciones de mayoría, 10 plurinominales y cinco diputaciones federales, más los espacios pluris, dos senadurías y la gubernatura.

Indudablemente habrá para muchos, pero no para todos.

Hasta la próxima…

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