La cantante Kylie Minogue llega a las 50 primaveras

Es también considerada como una diva del pop mundial y deja en claro que es una mujer feliz

KYLIE MINOGUE cumplió ayer 50 años de vida, más de la mitad como intérprete de éxito hasta erigirse en una de las divas del pop mundial, proceloso reino de derrocamientos continuos y veleidades pasajeras en el que la australiana tantea desde hace tiempo un hueco acorde con la madurez.

“Tengo los años que tengo y me siento cómoda haciendo lo que hago”, aseguraba la artista hace cinco años en una charla con Efe en la que consideraba positiva su edad y la experiencia que esta le ha proporcionado. “Lo único difícil”, añadía, es hablar constantemente de ese tema con los periodistas, una actitud en la que percibe “prejuicios” y cierto machismo.

Fue en 1987 cuando Kylie Ann Minogue (Melbourne, 1968) saltó de la pequeña pantalla, de la mítica serie “Neighbours”, a las listas de ventas musicales de su país con el colorido y saltarín “The Loco-motion”, que permaneció siete semanas en el número 1.

Lo que podría haber sido una aventura efímera cobró nuevos bríos cuando un año después publicó su primer álbum, “Kylie” (1988), cargado de melodías “bubblegum” como la de “I should be so lucky”, y extrapoló su éxito a Reino Unido y, de allí, al resto de Europa.

Emparejada entre 1989 y 1991 con una de las figuras malditas del rock, Michael Hutchance (INXS), pronto dio muestras de que aquella joven menuda, de escaso metro y medio de altura, ojos azules y aspecto angelical, no era una muñeca de la industria del pop más predecible.

Una vez que tomó las riendas de su carrera dejó joyas como el atmosférico “Confide in me”, de 1994, pauta del pop noventero, o “Where the wild roses grow”, balada en la que acercó posturas musicales con el mismísimo Nick Cave, su amigo declarado.

Cada vez que parecía incurrir en un lapso demasiado largo de medianías musicales, sorprendía con otro golpe de mano. Lo hizo con “Light years” (2000), que revitalizó y estilizó la música disco gracias a canciones como “On a night like this” o “Spinning around”.

El pulso electrónico que mostró allí alcanzó su clímax en el que está considerado su mejor álbum, “Fever” (2001), que es también el de mayor éxito comercial (10 millones de copias) con sencillos como “In your eyes”, “Love at first sight” o “Can’t get you out of my head”, probablemente la canción más contagiosa del año. Pop con buen gusto que también marcó el patrón estético con sus videoclips.

En las entregas inmediatas, Minogue siguió mostrando atisbos de osadía, como en “Slow”, tema preñado de techno minimalista que estuvo nominado al Grammy en la categoría de “mejor grabación dance”, o en “In my arms”, del disco “X” (2008), su primer trabajo tras recuperarse de un cáncer de mama para el que requirió someterse a una mastectomía parcial, quimioterapia y radioterapia.

La posición como visionaria de la música pop empezó a perder comba tras “Aphrodite” (2010), que incluía “All the lovers” y “Get Outta My Way”, probablemente sus últimos grandes éxitos globales.

Texto y fotos: El Universal

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