La casa de Wendy

René Emir Buenfil Viera 
psicrenebuenfil@gmail.com

El reality show que terminó el domingo, la Casa de los famosos México es un paso contra la transfobia que como sociedad machista padecemos, donde los crímenes de odio están a la orden del día y a las personas trans se les mata por ser lo que son. Es un paso hacia una representación real de una mujer trans, Wendy Guevara, así, como es, que nos hace darnos cuenta que no hay necesidad de discriminar a las personas trans, ni relegarlas a los márgenes de la sociedad, ni dejarnos llevar por nuestros prejuicios y estereotipos de que esta representación es peligrosa, o que tendrá consecuencias negativas a nivel social, al contrario, las personas trans tienen los mismos derechos que tú y que yo a ser y estar en el mundo viviendo su vida y aprovechando las oportunidades que se les presentan y ganando concursos y recibiendo la admiración de la gente, una sociedad más incluyente nos conviene a todas las personas. 

Ojalá esto se traduzca en acciones masivas en nuestra sociedad para abrirle las puertas de nuestras casas, escuelas, trabajos a muchas más personas trans y aceptar sus realidades como válidas, y dejar de tenerles miedo, pues ya no son tan desconocidas ni misteriosas, son personas comunes que merecen respeto. Cuando inició este programa de televisión muchas personas ya sabíamos que Wendy iba a ganar y queríamos que así fuera, lo único que no vimos venir es que este show, además de un camino a la inclusión, iba a ser una masterclass de narcisismo por parte de Sergio Mayer y Alfonso DeNigris. Poncho, desde el narcisismo más clásico, vanidoso y con aires de superioridad, pero Sergio fue el vivo ejemplo de esos narcisistas peligrosos que tanto daño le hacen a la sociedad sin el más mínimo escrúpulo, chantajeando sentimentalmente al público con sus partes humanas, mientras manipulan y controlan a su equipo, quienes les creen completas sus mentiras y les siguen con una lealtad ciega donde el único que gana es el mismo Sergio. 

El comportamiento sectario disfrazado de una malentendida lealtad, donde hablar con otras personas es visto como traición, donde se usan tácticas de persuasión para salirse con la suya a como de lugar y pasando por encima de quien sea, mientras se ponen la máscara de una imagen amable y de un falso liderazgo, o de jefe tóxico y explotador, usando el estilo de negociación clásico de los narcisistas “yo gano, las demás personas pierden”, mostrando nula empatía incluso con aquellas personas más cercanas que sí les daban su cariño y confianza, y sobre todo, la soberbia y prepotencia por delante de no pedir perdón, de tirar la piedra y esconder la mano, de voltearle las cosas a las personas para hacerlas sentir culpables de cosas que ellos claramente provocaron a toda costa, y lo más triste de todo, que vivimos en un México donde aplaudimos y admiramos a los narcisistas como ejemplos de éxito sin darnos cuenta que somos nosotros(as) quienes estamos endiosando machistas para que se salgan con la suya a costa de los demás, que ni la vieron venir.