La dimisión del enviado especial de EE.UU. a Haití agravó ayer la polémica sobre la gestión de la crisis fronteriza de la Casa Blanca, que evitó responder a las críticas sobre sus deportaciones masivas de migrantes haitianos. Daniel Foote, que ejercía desde julio pasado como encargado especial de Haití en el Departamento de Estado, circuló el jueves entre los medios una carta en la que anunciaba su dimisión inmediata, en protesta por el “trato inhumano” del Gobierno estadounidense a los migrantes haitianos.
“No dejaré que se me asocie con la decisión inhumana y contraproducente de Estados Unidos de deportar a miles de refugiados e inmigrantes indocumentados a Haití, un país donde los diplomáticos estadounidenses están confinados en recintos seguros debido a los peligros de las bandas armadas”, escribió Foote.
El diplomático de carrera consideró “profundamente errónea” la política que está llevando a cabo el Gobierno del presidente Joe Biden con respecto a Haití y denunció que sus recomendaciones al respecto han sido “ignoradas y desestimadas”.
Su renuncia reforzó la controversia sobre la situación en la frontera con México, que han cruzado en los últimos días miles de migrantes, la mayoría haitianos, a los que EE.UU. ha deportado en muchos casos a Haití y a los que en ocasiones ha tratado con agresividad, como muestran fotografías y videos.
Inicialmente, el Departamento de Estado reaccionó de forma tibia a la dimisión de Foote: en un primer comunicado enviado a algunos medios, agradeció al diplomático su servicio y aseguró que estaba diseñando medidas para proporcionar más “asistencia” a los haitianos a los que deporta.
Sin embargo, en un segundo comunicado, criticó duramente la gestión de Foote, negó que hubiera “expresado preocupaciones sobre migración” a sus superiores y alegó que sus sugerencias sobre Haití se descartaron porque no eran “buenas”.
Texto y foto: Efe