La fuerza del perdón

Deyanira Trinidad Álvarez Villajuana

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Cuántas veces no hemos tenido ganas de no perdonar a una persona o conjunto de ellas que nos hicieron mucho daño. Cuántas otras veces más, no hemos decidido perdonarnos a nosotros mismos o inclusive a Dios, por no entender cómo son sus procesos para nuestra vida, y que Él siempre sabe lo que hace, y lo que realiza es lo mejor, lo comprendamos o no. La palabra de Dios es clara y nos invita a reflexionar acerca de algo en apariencia sencillo pero muy poderoso: la fuerza del perdón. 

La escritura señala en Mateo 6:14-15 “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará”. Es decir, así como tratamos a otros, tan pecadores como nosotros mismos si somos sinceros, seremos tratados. ¿Prefieres ser tratado con gracia, con amor, con empatía? La verdadera pregunta es ¿tú tratas con gracia, amor y empatía a los demás? La realidad se constituye como un espejo que nos devuelve lo que tenemos por dentro. Si somos personas egoístas, tenderemos a toparnos con otros similares, si somos amables ello irradiaremos y la probabilidad de encontrarnos con otros similares aumentará. 

Es una cuestión inclusive psicológica básica, que se traduce en un hecho social comprobable de forma empírica: el agua tiende a buscar su nivel, o dime el nombre, personalidad y aspiraciones de las cinco personas con las que más convivas y te diré en gran medida cómo eres tú. Considerando lo anterior, es importante darnos cuenta de que el perdón, es el mejor regalo que podemos darnos a nosotros mismos, aunque es fundamental para el proceso de sanidad interior total, el no negar las emociones y el ser capaces de experimentar tanto la ira como la tristeza, la desesperanza, la negación, pasando por todas las etapas necesarias hasta reelaborar las experiencias en nuestras mentes y corazones, hasta trascenderlas volviéndonos más resilientes.Disfruto el comprobar la fuerza de los versículos bíblicos bien entendidos y aplicados en la propia vida, pues junto con el poder de la oración, pero, sobre todo, de la fe en Jesús como único Señor y Salvador y no en una religión particular, conforman el sentido de vida más profundo, claro y verdadero que podamos tener como seres humanos, y de ahí, todo lo demás se deriva. Es un claro error, producto de una evidente ignorancia acerca de la importancia del desarrollo espiritual de las personas y el derecho pleno a la libertad de fe y de conciencia, que el amar a Jesús, el leer la Biblia, el orar y el servir a la comunidad con los valores cristianos, es una postura reducida, retrógrada, o rígida. En realidad, es todo lo contrario. Lean con precisión lo siguiente, reitero, con exactitud: “Jesús NO es religión, sino una relación, la única que nos conduce hacia Dios”. Hay millones de religiones y se basan en ritos humanos, respetables todos, por cultura; pero el único que dijo ser y demostró con hechos sus dichos: “El camino, la verdad y la vida” y que “nadie llega al Padre sino a través de Él” (Juan 14:6), fue Jesús. Así que, concuerdo con los detractores: la religión mata. Pero les enfoco bien su razonamiento: Jesús es Dios, no una religión. La Biblia es la palabra de Dios y bien entendida y aplicada es lumbrera a nuestro camino y el mayor cúmulo de sabiduría. Recalco: bien entendida y aplicada. No me refiero a sacar versos de contextos para pretextos y generar sectas ni gente que roba a otros. Eso, de hecho, Jesús lo detestaba y se opuso fervientemente. Así que enfócate en Jesús, ten fe en Él, conócele, lee la Biblia, ora, haz el bien, y a su debido tiempo cosecharás. Un último punto que es fundamental, para que quienes por ignorancia de nueva cuenta llamen hipocresía a los cristianos que no cumplen sus expectativas, el punto es simple: no todos los cristianos que dicen serlo, lo son de verdad. Jesús también lo dijo, por eso es algo principal el poner la mirada en Jesús y no tanto en las personas que lo representan mal, a quienes el peso de sus acciones les caerá encima tarde o temprano, si no se arrepienten, y aunque lo hagan, pues las consecuencias, aunque pueden minimizarse por la gracia de Dios, siempre llegan. Pese a los malos representantes, existen los genuinos representantes de reino, cristianos de corazón y de acciones, pero momento, los perfectos no existen. El proceso de santificación es algo continuo y no un bloque fijo, y esto quiere decir que fallaremos, pero Dios nos levanta cada día. 

Si ves a algún cristiano, poniendo límites sanos a cualquier tipo de violencia y es mujer, no te sorprendas: existe y es sano. Ya suficiente tendría dicha mujer por ser incomprendida por grupos religiosos que opinan que “la mujer no debe hablar”, como para también ser juzgada por atreverse a hacerlo y además tener la valentía de poner los puntos sobre las íes, como el mismo Dios manda y Jesús hizo. Así que, dejemos las posiciones religiosas y emprendamos un viaje más auténtico, verdadero, genuino, siguiendo los pasos de Jesús al caminar. Si son nuestros pasos, nos cansaremos, si Él va con nosotros, nuestras fuerzas serán renovadas al avanzar,

Bendiciones.