La Iglesia pide orar por la democracia

El arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega, declaró que los obispos de México exhortan a todos los fieles a orar por la democracia y la participación ciudadana. “Estas realidades contribuyen al fortalecimiento de la paz”, dijo.

Explicó que ayer se celebró la Jornada Mundial número 57 de las Comunicaciones Sociales, por lo que felicitó a todos los que trabajan en ésta área, tan importante en nuestros días, en un mundo totalmente globalizado.

Indicó que no bastaron tres años de convivencia intensa de los apóstoles y los demás discípulos con Jesús, estando a tiempo completo con él, escuchando sus predicaciones y las enseñanzas que les daba en privado; ni bastaron los 40 días durante los cuales el Resucitado se les aparecía y les explicaba tantas cosas; no bastaron, porque todavía en el instante en que Jesús iba a ascender a los cielos le preguntaron si en ese momento es cuando iba a restablecer la soberanía de Israel.

Señaló que el Mesías venía con una misión cien por ciento de orden espiritual, pero esto no lo podrían entender sino hasta recibir al Espíritu Santo en Pentecostés. “Igual nosotros, nunca podremos comprender las enseñanzas de Jesús, mientras no nos abramos para recibir al Santo Espíritu, el cual nos ayuda a poner los éxitos y el bienestar humano en un segundo lugar, así como a buscar en primerísimo lugar el amor a Dios y el amor al prójimo”, indicó.

Agregó que los cristianos han de conservar tres convicciones indispensables para una fe plena y auténtica:

1) Por una parte, que Jesús, aunque ascendió a los cielos, está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. De acuerdo a esta promesa de Jesús, él siempre ha estado y estará con la Iglesia, con cada creyente al alcance de nuestro corazón, como el mejor de los amigos. Nuestros pecados no lo han alejado nunca en forma definitiva, de este modo, va tendiendo la mano al que cae dándole una nueva oportunidad; de esto hemos de concluir también que un creyente nunca estará sólo y que la Iglesia que el Señor fundó continúa siendo siempre la misma.

2) La segunda convicción que nos debe animar y dejar siempre atentos es su promesa de regresar, y por eso no hay petición más hermosa que la que hacemos dentro de la Eucaristía diciendo: “Ven, Señor Jesús”. Entonces, sin desesperarnos a causa de todas las cosas terribles que suceden en el mundo, la situación de los migrantes, la violencia y las guerras, la trata de personas, la destrucción de la naturaleza y todo tipo de injusticias o abusos, hemos de vivir en la esperanza alegre del día del retorno del Señor, sea por nuestra muerte personal o por el fin del mundo.

3) La tercera convicción es que no podemos estar como se quedaron los discípulos en el día de la ascensión, mirando al cielo; más bien tengamos presente la llamada de atención de los ángeles: “Galileos, ¿qué hacen allí parados mirando al cielo?” (Hch 1, 11). Esa llamada de atención la hacen aún hoy a nosotros los verdaderos ángeles; en cambio, los falsos ángeles son los que algunos veneran y suponen que les van a resolver cualquier tipo de problemas. El verdadero culto a los ángeles nos hará empeñarnos en poner nuestro esfuerzo personal para resolver nuestros problemas y para dar un continuo servicio al bien común. Cuidado con las personas que hasta nos dan nombres de los ángeles, para rendirles un culto que es pagano, que la Iglesia siempre ha rechazado.

Explicó que esta celebración de hoy debe conducirnos a hacer la misma petición que san Pablo hacía, tal como lo dice hoy: “Pido al Señor que les ilumine la mente para que comprendan cuál es la esperanza que les da su llamamiento” (Ef 1, 18).

Pidió que no confundamos el optimismo con la verdadera esperanza, para que esta virtud teológica no se detenga y se aferre a los bienes temporales, porque esa no es la esperanza que nos ganó Jesús con su muerte y resurrección.

Texto y foto: Darwin Ail