En 1997, Garry Kasparov, uno de los mejores jugadores de ajedrez del mundo se enfrentó contra Deep Blue, una súper computadora programada por IBM, cuya única finalidad era jugar ajedrez. El encuentro terminó cuando la máquina venció al hombre en tan solo 19 movimientos, con lo que inició una revolución en el ámbito de la inteligencia artificial, dijo Iván Vladimir Meza, del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas de la UNAM.
Muchos han querido justificar aquel resultado argumentando que el ruso jugó con piezas negras —lo que limitó su ofensiva— o que el ordenador de IBM tenía un fallo de programación, pero la realidad es que el llamado “Ogro de Bakú” ofreció su rendición en menos de una hora al tiempo que decía: “He perdido mi espíritu de lucha”.
Para el doctor por la Universidad de Edimburgo, se trata de un hecho señero, pues concreta lo que Alan Turing anticipaba en Computing Machinery and Intelligence, artículo de 1950 donde acuñó el término “inteligencia artificial” (IA), el cual sería retomado un lustro más tarde por un grupo de científicos estadunidenses para lanzar un reto: crear una máquina capaz de ganarle en ajedrez a un grand master, pues lograrlo sería señal de que la IA habría alcanzado su madurez.
Cada vez que abrimos nuestra cuenta de correo o consultamos la lista de recomendaciones de Netflix hacemos uso de la inteligencia artificial, la cual, de 1997 a la fecha, ha evolucionado a ritmo exponencial debido a tres factores: un poder de cómputo cada vez mayor, un acceso creciente a infinidad de datos y computadoras que aprenden de forma automática, explicó Iván Meza.
– Excélsior