Salvador Castell-González
El día de hoy quiero comentarles de un tema que poco a poco se ha vuelto de uso común, aunque esto no signifique que se esté haciendo, pero si se está presumiendo que se intenta.
Hoy vamos a hablar de la Agroecología, una “novedosa técnica” utilizada desde hace miles de años por las comunidades indígenas de todo el mundo. Pero ¿qué es la Agroecología?.
En una buena charla con mi amigo Erik Pérez Tun, hablamos de la invasión oportunista de la ahora tan de moda ecología y cómo agroecología me extendió su definición que es “La agroecología está basada en un conjunto de conocimientos y técnicas que tienen su origen en las comunidades campesinas y en sus modos de experimentación” y remató su comentario con una fuerte frase “Y de este concepto no debe alejarse porque no le pertenece al gobierno o a la academia, es del pueblo, las comunidades campesinas.”
Este diálogo me llevó a hacer un análisis crítico de la agroecología y sus orígenes, donde la milpa maya y las chinampas de Texcoco están incluso ahora reconocidas como patrimonio alimentario mundial, y se habla de una agroecología como estrategia cuando por otro lado la regulación de los agroquímicos sigue siendo tabú, aunque existe la normativa, no hay entidad que le dé seguimiento al ya olvidado concepto de Campo Limpio.
La agroecología es entonces un conjunto de herramientas, técnicas y saberes de producción agrícola que por un lado es “orgánica” o mejor dicho no utiliza agroquímicos, y utiliza productos y saberes que muchas veces son producidos en el mismo sitio.
Quizá sea más fácil como Erik me comentó hablar de lo que no es la agroecología, y sólo por comentar algunos de sus puntos, la agroecología no es una revolución verde, es tan antigua como la agricultura misma, únicamente se ha ido evolucionando como toda ciencia por la acumulación de conocimiento y saberes.
La agroecología, por su origen comunitario, favorece a la diversidad biológica, a establecer sinergias, en un modelo de creación conjunta y el intercambio de conocimientos, un modelo de economía circular, y no el modelo circular ridículo que los residuos de uno son los insumos de otro, el modelo real de economía social, justa y solidaria que las comunidades han empleado desde hace muchos años y que hemos “redescubierto”.
La agroecología es un modelo perfecto de desarrollo sinérgico y comunitario, pero tiene algunas partes sensibles y complejas como el acceso a recursos de financiamiento, las legislaciones no inclusivas y la dificultad para acceder a mercados justos.
Entonces, la agroecología no sólo es jugar a hacer composta y cultivar en nuestras casas, es una red de saberes y conocimientos empíricos y científicos que se han fortalecido a lo largo de los años. Este método productivo es algo que nos urge en la península, y dejemos de envenenar nuestras aguas con tantos agroquímicos.
Pronto les tendremos noticias de cómo poder acceder a esta cadena de suministros de productos agrícolas limpios, sanos y que vienen de un comercio justo y solidario.