Ángel Canul Escalante
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Una de las frases atribuidas al filósofo alemán Friedrich Nietzsche reza “Si matas a una cucaracha eres un héroe. Si matas a una mariposa eres malo” y seguido afirma “La moral tiene criterios estéticos”. En una escena de la película Malditos Bastardos, cuando el coronel se encuentra en una cabaña hablando con el campesino, se nos propone la misma situación, pero con animales distintos, en esta ocasión una rata y una ardilla. El coronel pregunta que si una rata entrara mientras se encuentra hablando con el campesino, él la recibiría hostilmente, a lo cual el campesino responde que sí, ya que se trata de un animal que propaga enfermedades. En aras de filosofar el coronel responde que cualquier enfermedad que una rata pueda contagiar a una persona también puede hacerlo una ardilla pero que en este caso el campesino seguramente no siente alguna animadversión hacia las ardillas, por más que posean características físicas similares a las ratas y que ambos sean roedores. No se trata pues, nos hace ver el coronel, de un juicio moral sino estético. Al campesino no le agradan las ratas, no sabe por qué, pero las repugna y no estaría dispuesto a ofrecerle un vaso de leche.
Aquí se refleja claramente lo que Nietzsche quería dar a entender, actuamos según nuestra moral, pero a su vez esta está fuertemente influenciada por lo valores estéticos que asignamos. Ante esto cabría preguntarnos cuántas veces no hemos tratado o visto que traten de forma notablemente distinta a una persona por ser considerada fea. Incluso hay situaciones donde las personas que son consideradas atractivas no sólo tienen mejor trato, sino que reciben mayores salarios y condiciones laborales, por mencionar algunos privilegios. También podemos ver cómo sucede con las llamadas razas de animales. Vemos ciudades que tienen cientos de perros abandonados en las calles, pero pocos o casi ninguno de ellos se trata de una raza cara. Podemos decir que incluso esto afecta más a las mujeres que a los hombres. A las mujeres cuando se les busca denostar las ofensas que más suelen decirse aluden a su aspecto físico, mientras que a los hombres a su capacidad física o intelectual.
Debemos procurar no ser como el campesino de Malditos Bastardos, que no sabe por qué es así, pero actúa así. Los criterios estéticos que la sociedad impone sólo privilegian a unos cuantos, debemos hacernos conscientes y entender que librarnos de ellos también forma parte de la construcción de una sociedad más justa e igualitaria.