“La música debería ser un juego”

Tomás Clemente, integrante  de la agrupación Pagagnini, mencionó que la música debería ser un juego. “Nosotros los músicos, cuando vamos a por nuestros instrumentos, realmente lo hacemos con la misma energía que cuando éramos niños e íbamos a por nuestros juguetes”.

Entrevistado por Punto Medio después del concierto presentado en el parque de Santa Ana, el violinista comentó que anteriormente se presentaron en otras ciudades de México y habló de la experiencia de estar por primera vez en Mérida.

“Siempre ha sido una experiencia, realmente bonita. Tengo que decir, especialmente, el público de acá ha estado muy calientito, muy acogedor. Realmente, la experiencia ha sido estupenda. El recibimiento del público yucateco se me ha quedado en el corazoncito”, comentó.

Los otros integrantes de la agrupación son Thomas Potiron, Eduardo Ortega y Gueorgui Fournadjiev. El cuarteto tomó el apellido del italiano  Niccoló Paganini, también conocido como “El Violinista del Diablo”, porque fue un virtuoso del violín.

“No sólo eso. Digamos, fue la primera figura del violín, una especie de rockstar en aquella época (del Romanticismo-Siglos XVIII y XIX). Era un espectáculo, se formó mucha expectación en torno a la leyenda de que hizo un pacto con el Diablo. El convirtió el concierto en un espectáculo. El nombre es un poco homenaje a él”, explicó.

El introducir la palabra gag (que transmite humor) porque el espectáculo que presentan ellos está basado en momentos cómicos. Para el sevillano hacer que el público, ya sea niños o adultos, se diviertan con la música es “tremendamente fácil”, sólo es cuestión de quitar todo aquello que molesta: elitismo, formulismo y el aburrimiento.

“En el espectáculo le damos un tono humorístico particular, buscamos el gag y la risa. Creo que el humor es una esencialidad de la música. La música debe ser un juego”, abundó.

Para Clemente la música, de alguna manera, es un juego, un juguete con el que se divierten. “Siento, además, es un valor cultural y de riqueza muy especial, que aportan mucho a nivel emocional”, comentó.

La risa junto a la música “es una de las mejores terapias naturales y, encima, más baratas que hay”, comentó el violinista, quien en ocasiones ve su propio espectáculo como una terapia de hora y media, donde invitan al público a interactuar para hacerlo más feliz.

El cuarteto se presentó anteanoche en la Hacienda Santa Cruz Palomeque, para regresar a España y existe la posibilidad de que regresen a México en noviembre, a Aguascalientes.

Sobre Mérida, dijo estar muy contento por la respuesta del respetable. “Si me esperaba una respuesta cálida del público. La mayoría de nuestros espectáculos se realizan en teatro, aunque hacerla al aire libre con lleva dificultades técnicas y condicionan la puesta en escena, es verdad que llevar el teatro a la calle es muy bueno”, comentó.

Datos de asistencia

De acuerdo a datos de los organizadores fueron aproximadamente 5 mil 200 personas las que asistieron a las tres funciones que ofreció el cuarteto de cuerdas Pagagnini en el parque de Santa Ana y en la comisaría de Santa Cruz Palomeque dentro del Programa Mérida, Capital Americana de la Cultura 2017.

El viernes 5 de mayo el aforo fue de mil 700 personas en Santa Ana y al día siguiente se presentaron 2 mil 300. El domingo, en la comisaría de Santa Cruz Palomeque, en la Hacienda que lleva el mismo nombre asistieron mil 200 personas que aplaudieron de pie a los cuatro músicos ibéricos que de principio a fin acapararon la atención del auditorio y lo hicieron reír, cantar y chasquear los dedos para hacerlos participes de su show.  Los niños asistentes prefirieron ocupar el suelo y acomodarse para disfrutar mejor el espectáculo que sin tener un diálogo lograron expresar gustos, preferencias y hasta sentimientos. Los asistentes a esta última función, muchos de ellos de distintas comisarías de Mérida así como de colonias del sur de la ciudad, aplaudieron la realización del evento en el marco de la Hacienda Santa Cruz, la cual maravilló a quienes la conocieron por primera vez.- Irbin Flores Palomino

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