La normalización de la violencia vial

Everardo Flores Gómez
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Normalizar la violencia en cualquier contexto significa justificarla a través de supuestos argumentos pero sin erradicarla. Hallar una justificación, real o incluso ficticia de un acto violento tiene como primer objetivo el tranquilizarnos enviando el problema a un lugar aparte, una justificación pretende relegar el problema a un segundo plano convenciéndonos de que es algo difícil de resolver porque siempre ha sido así o porque nosotros somos así y mientras no cambiemos el problema no van a cambiar. Eso es precisamente normalizar la violencia y al hacerlo no logramos que cambie sino que la perpetuamos.

En el caso de la violencia vial las justificaciones son siempre las mismas: “no tenemos cultura vial”, “las calles son muy peligrosas”, “la gente conduce mal”, “los motociclistas manejan como locos”, “los ciclistas se te atraviesan”, “los peatones no se fijan” y así muchas frases que escuchamos de familiares y conocidos cada vez que hay un siniestro vial, frases que por desgracia son las mismas que leemos o escuchamos en los medios de comunicación que si tuvieran un poco de profesionalismo se limitarían a consignar los siniestros viales sin editorializar con lugares tan comunes como “salió intempestivamente”, “tuvo mala suerte”, “ya le tocaba” y otros que lejos de explicar el problema sólo lo justifican, la mayor parte de las veces además con información inexacta o de oídas provocando no sólo la normalización de la violencia vial sino la revictimización de los actores involucrados, con mucha frecuencia peatones y ciclistas.

El fenómeno de la violencia, en este caso la violencia vial, requiere ser explicado y con esa explicación buscar las soluciones para su erradicación o por lo menos para su radical disminución.

La violencia vial cuenta con una explicación que van más allá de culpabilizar a los involucrados en un siniestro. La explicación de la violencia vial que es la causa de miles de muertes y lesiones todos los años es el resultado de una gran variedad de factores que tienen que ver con la infraestructura vial, el respeto de las leyes y finalmente la conducta de los usuarios. Para reducir efectivamente las muertes y lesiones de siniestros viales la infraestructura vial y la efectiva aplicación de la ley debe dejar un margen muy estrecho para que las conductas de los usuarios de la calle provoquen la muerte o lesiones graves. A nivel mundial y también en México se ha abordado el problema de la violencia vial desde un punto de vista sistémico cuyo objetivo es analizar los múltiples factores involucrados y descubrir estructuras subyacentes susceptibles de ser modificadas.

Como lo hemos señalado ya en varias ocasiones en este mismo espacio, la adecuada gestión de la velocidad de los vehículos debe ser un gran primer paso, se trata evidentemente de un asunto complejo para el que el enfoque sistémico tiene algunas propuestas que no prosperarán si no tenemos un verdadero interés por solucionar el problema. Como lo he comentado anteriormente, el verdadero problema no es técnico sino político. Está por demás decir que el funcionario público dedicado a estos temas debe conocer de fondo las soluciones técnicas para resolver el problema, lo que urge es que ese funcionario tenga la capacidad de hacer política de la de a deveras, mucho diálogo con los ciudadanos, capacidad de convencimiento, sensibilidad social, capacidad de reconocer errores y modificar tal o cual decisión. Nuestra responsabilidad como ciudadanos es seguir hablando de estos temas y no reproducir la normalización de la violencia vial sino empujar para que se resuelva con políticas públicas específicas comandadas por funcionarios competentes. Así sea.