La pandemia cambia el guion a universitarios: su proyecto salta del aula al mercado

Kichák sale de un trabajo estudiantil de la Uady justo antes de empezar la pandemia del coronavirus

Debido a las pocas opciones de trabajo que les dejó la pandemia, Marcos May Canché, José Andrés Cocom, Luis Ponce y Carlos Canul, quienes estaban por finalizar su carrera en la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady), optaron por darle seguimiento a su proyecto de un vino de frutas que tuvo una exitosa fermentación y se concretó su negocio: “Kichák”.

En entrevista para Peninsular Punto Medio, May Canché explicó que cuando empezaron el proyecto estaban contentos, lo estructuraron para pasar la materia, pero otra cosa es lanzarlo a un mercado que es mucho más exigente, pero no tenían más opciones.

El proyecto sería como el de un salmón, esto de remar a contracorriente, porque por tratarse por alcohol, pues durante la pandemia hubo ley seca para evitar el consumo y el alcoholismo, lo que golpeó económicamente a este sector.

May Canché indicó que la situación estaba muy complicada porque no había trabajo y luego, cuando se animan con el negocio, aumentaron las restricciones sanitarias, como se dice: “sin margen de maniobra”.

Explicó que el primer vino que elaboraron fue el de jamaica, muy parecido su labor como al de la uva, y luego vino el de pitahaya, que rápido se consolidó y la gente comenzó a pedirle más de arándano y piña.

El también coordinador de emprendedores de la iniciativa #Ciudad@nosAl100, que es una estructura apartidista con influencia panista, destacó que la pitahaya tiene su complejidad ya que tiene una sustancia que se llama pectina en la cáscara y la pulpa, que suele dificultar la clarificación del vino, y han trabajado en ello para que le guste al cliente.

Aclaró que no le cambia el sabor, lo que sucede que el vino ya tiene una imagen muy definida en el cliente y otro aspecto es que no se da todo el año, así que hay que almacenarlo.

Refirió que al principio cuando les empezaron a encargar en fechas que no son temporada no tenían capacidad para abastecer y esto es algo que han tenido que trabajar.

Hace tres años comenzaron vendiendo 50 botellas al mes y ahora producen 200 de los principales sabores. La presentación de 750 mililitros cuesta 250 pesos y la de 250 mililitros cuesta 120 pesos.

“La pitahaya es un fruto que da de mayo a septiembre, por eso hay que calcularle cuánto podrían almacenar”, resaltó.

Han vendido a países como Ecuador, Nicaragua y Chile, y el objetivo es que se consoliden en esos lugares.

Actualmente cuentan con ocho sabores: además de la pitahaya tienen jamaica, mango, mandarina, mora azul, piña, arándano y café. Son vinos llamados jóvenes, por lo que no requieren años de fermentación.

El de pitahaya es perfecto para días soleados o reuniones con amigos y su maridaje es con quesos, pastas y mariscos. Para disfrutar solo, con hielos o en forma de cóctel. Tiene un nueve por ciento de alcohol.

May Canché recordó que hace tres años comenzaron vendiendo 50 botellas al mes y ahora producen 200 de los principales sabores. La presentación de 750 mililitros cuesta 250 pesos y la de 250 mililitros cuesta 120 pesos.

Se han presentado en expos como el del comercio, el año pasado ganaron el Premio Estatal de la Juventud y actualmente ya se pueden conseguir en una cadena de supermercados. Para informes y ventas pueden hablar al celular 9996 71 98 48.

Texto y fotos: Darwin Ail