¿Intereses forestales y agrícolas? ¿Especulación de tierras? ¿Un mal entendido orgullo estatal?
Hasta el momento, sólo es posible especular en torno a la decisión —unilateral, por cierto— del Congreso Local de Quintana Roo para “ajustar” los límites de dicho estado, quitándole parte de su territorio a los municipios de Tekax, Peto y Chemax.
Quien ha advertido sobre lo anterior es el Congreso del Estado de Yucatán, el cual argumenta, a través de Enrique Castillo Ruz, presidente de la Diputación Permanente, que es el gobernador Mauricio Vila Dosal quien debe actuar en consecuencia.
Lo cierto es que, tal y como establece nuestro compañero reportero Esteban Cruz Obando, no es la primera vez que ocurren entre los tres estados peninsulares conflictos porque, a pesar de los muchos años, aún no hay voluntad política ni capacidad de negociación para establecer fronteras con la mayor precisión posible.
Lo deseable en este caso sería acudir a criterios históricos y legales para resolver, de una buena vez, todas las dudas que todavía existiesen.
En ese sentido, ojalá nadie comience con los inútiles argumentos de “sentirse” campechano, yucateco o quintanarroense. Al final, lo único que importa es que somos mexicanos.
Por ello, estos conflictos territoriales deben resolverse para no dejar en el limbo de servicios y apoyos gubernamentales a quienes habitan en esas zonas, sin negar la vital importancia del orden territorial para establecer responsabilidades entre gobiernos.