A pesar de las múltiples voces que han advertido sobre la militarización de la seguridad pública y de que el mismo presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró a los gobernadores que el mando de la Guardia Nacional sería militar, al final, parece que será civil.
Al conocerse la aprobación del Senado de la República, los primeros comentarios que surgieron en la cabeza de los críticos del actual mandatario, es su afán por controlar todos los aspectos de la vida nacional, y el riesgo que esto puede significar para la libertad en un futuro.
Si bien esto puede traer beneficios en el aspecto de seguridad, es innegable los riesgos que esta medida conlleva, ya que los mandos militares no saben de trato civil, sino que están entrenados para obedecer. Si el superior les da la orden de aplacar cualquier manifestación, estos solo se limitarán a hacerlo de la única forma de la cual están entrenados.
Que quede claro que todos los mexicanos debemos estar orgullosos del Ejercito Nacional y su entrega para con el país. Sin embargo, un político con exceso de poder, podría mal utilizar a esta instancia y convertirla en un arma.
Podría sonar exagerado, pero ese es el riesgo de una Guardia Nacional como la que quiere López Obrador.
¿Es necesario llegar a esto para acabar con la inseguridad? Estamos seguros que no…
