La promiscuidad climática de las Jacarandas

Salvador Castell-González 

El cambio climático es algo innegable en nuestras vidas. Las pruebas y testimonios locales son cada vez mas frecuentes, aunque muchas veces no sabemos que son una manifestación de este fenómeno.

Muchas especies de plantas y animales tienen sus ciclos perfectamente sincronizados con las estaciones y los ciclos naturales de variación de la temperatura, el alimento, la disponibilidad de agua y varios otros factores ambientales.

Una de las manifestaciones más evidentes del impacto climático es el adelanto o el retraso de la floración de las plantas, esta floración depende de factores como la temperatura, la humedad, la luz y el fotoperiodo. La floración es un proceso vital para las plantas, ya que les permite reproducirse y dispersar sus semillas, pero también es importante para los ecosistemas, ya que influye en la disponibilidad de recursos, la polinización, la biodiversidad y la cadena alimenticia.

Recientemente las jacarandas, esos bellos y majestuosos arboles originarios de Sudamérica, se pintan de morado en primavera y otoño, pero aquí en la ciudad de Mérida y otras ciudades sus flores se adelantaron a enero.

En las jacarandas, como en muchas plantas, el aumento de la temperatura detona el proceso de floración. El incremento de la temperatura detona la floración de muchas plantas, pues es un indicador de que vienen mejores condiciones ambientales, es decir que el invierno ya está acabando. Este fenómeno puede afectar la calidad y la cantidad de las flores en las siguientes temporadas, la viabilidad de las semillas, así como la salud y la belleza de los árboles. Este proceso es mucho mas amplio que solo la floración, muchos animales están adaptados a sus ciclos biológicos para reproducirse en la época de mayor disponibilidad de alimento, la primavera.

Otro de los árboles que se ha visto afectado es el cerezo, un árbol de la familia de las rosáceas que se cultiva por sus frutos y por su valor ornamental, y que se caracteriza por sus flores de color blanco o rosado. Este árbol suele florecer en primavera, pero en Japón se ha registrado su floración más temprana en 1.200 años, lo que se debe al aumento de la temperatura y la variabilidad climática. Este fenómeno puede afectar la producción y la calidad de las cerezas, así como la tradición y la cultura de la observación de las flores, conocida como hanami.

Este hermoso fenómeno de primavera en enero es una señal de alerta. Solo por poner un ejemplo, podría alterar la disponibilidad de alimento e incluso impactar en nuestras tradiciones, te imaginas que la granada adelantara su floración, tendríamos que comer chiles en nogada en julio en lugar de septiembre. Por esto, y muchas otras razones es importante tomar conciencia de la importancia mitigar y adaptarse al cambio climático, que es una de las principales amenazas para el planeta.