La posible rebaja en bloque de las calificadoras de deuda a México por la crisis financiera causada por la COVID-19 coloca a la economía mexicana más cerca del abismo.
La incertidumbre de la situación actual por la declaración de emergencia sanitaria, que supone una paralización económica de un mes, agrava aún más las perspectivas de una economía ya diezmada por la contracción en 2019 del PIB y la depreciación de su divisa.
La primera calificadora en degradar a México fue Standard & Poor’s, que a finales de la semana pasada situó la deuda soberana del país en nota BBB con perspectiva negativa, lo que implica que la confianza en la capacidad del Estado para hacer frente a sus pagos todavía existe pero pende de un hilo.
Según explicó a Efe el coordinador de análisis e investigación económico del Tecnológico de Monterrey, Héctor Magaña, la pérdida de nota crediticia afecta a la moneda y complica al Gobierno para conseguir financiación en el extranjero, lo que podría traducirse en que “se tengan que recortar ciertos gastos públicos”.
Riesgo para la inversión y el empleo. Por el momento, el anuncio de Standard & Poor’s afectó con cierta fuerza al peso mexicano, que ya venía sufriendo una depreciación frente al dólar cercano al 30% en el primer trimestre.
La pérdida de valor de la divisa mexicana generará “ajustes en la inflación y en el consumo”, aunque la bajada en el precio de los combustibles podría compensar esos efectos.
En cuanto al mediano y largo plazo, precisó Magaña, “lo primero que se recorta siempre es la inversión”, un fenómeno que podría enfriar los planes de apuestas a futuro ya contemplados y, por tanto, cercenar la generación de nuevos empleos.
Otra de las partidas de gasto que podrían verse afectadas “sin unas cuentas públicas sanas” son los programas sociales, unos planes que contemplan beneficiar a 51.5 millones de mexicanos en el ejercicio 2020, según datos del Ejecutivo presidido por Andrés Manuel López Obrador.
Necesidad de medidas. Sin embargo, la rebaja de Standard & Poor’s, y a falta del pronunciamiento de las otras dos principales agencias, Moody’s y Fitch, “todavía la calificación de México está a un nivel de deuda aceptable”, según el especialista.
Magaña aclaró que el principal peligro no está en la revisión de la calificación crediticia actual, sino en las que se puedan dar entre los próximos 12 y 24 meses, ya que las consultoras tienen una perspectiva negativa de la evolución económica del país.
“Si las decisiones que se tomen a nivel Gobierno no ayudan a enfrentar los problemas derivados de esta crisis económica, esto podría incluso rebajar un poco más la calificación crediticia para la próxima revisión”, alertó el economista.
Pemex, un lastre. Otra estrategia pública clave, sostuvo Magaña, debería implicar a la empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex), una compañía en peligro sobre la que Standard & Poor’s ya advirtió y que Fitch considera con un alto riesgo de impago.
“Estamos viendo que la propuesta actual de ser autosuficientes en la materia del petróleo no ha dado resultado”, sostuvo Magaña, que tildó de “lastre” a la petrolera y exhortó al Gobierno a volver a abrirla a la participación privada.
Pemex prácticamente duplicó sus pérdidas en 2019, con un resultado negativo de 18.367 millones de dólares, un 91,8 % más que en 2018.