La tribulación prueba al hombre vencedor

Por: Roberto A. Dorantes Sáenz. 

Si en esta vida fuese todo de color de rosa, no apreciaríamos el valor de las cosas. Si vis pacem para bellum, dice él adagio latino, si quieres paz prepárate para la guerra.

Así es mi estimado amigo el logro no se consigue sin trabajo, esfuerzo y penuria, tienes que prepararte para las batallas diarias de la vida.

No dejes que las contradicciones te hagan sentir un derrotado, sino que cada revés sea para ti lección de voluntad, y perseverancia.

Dice la historias que cuando Francisco Pizarro viajó hacia la conquista del Perú y se vio metido en graves peligros —de suerte que su tripulación se rebeló y exigió la vuelta—, se puso en medio de sus hombres y les dijo: “Al Norte de esta línea os espera una vida cómoda, sin peligros, pero también  pobreza, un destino oscuro; al Sur os esperan duros esfuerzos, arduos combates y penuria; pero si triunfamos, la riqueza, el poder y la gloria. Escoged, pues, ahora.”

Casi todos marcharon hacia el Norte; sólo hubo doce que se colocaron junto a Pizarro en la parte Sur, y estos trece, “los trece de la fama”, después de muchas privaciones, llegaron a la meta, porque no se habían arredrado ante la lucha.

Por tanto, no pierdas nunca la cabeza, por muy grande que sea el contratiempo. Algunos hombres pasan por muchas pruebas en la vida, y no parece sino que la desgracia los persigue. Si tú te encuentras en el mismo caso, no te aflijas, no importa, trabaja sin desmayo.

Quienes logran más en la vida son los que cumplen siempre su deber con alma serena y la sonrisa en los labios; se alegran en silencio cuando les va bien, y sufren con entereza la desgracia, siguiendo el consejo del poeta romano: “En los trances duros y lo mismo en la bonanza, ten siempre ánimo sosegado.”

Supongamos que estás ya trabajando y te echan de la empresa. De ves de repente en la calle con graves dificultades económicas. Estás a punto de desalentarte y desesperarte.

Piensa un poco. ¿No hay otro puesto para ti en toda la redondez de la tierra? ¿Y qué sabes tú lo que Dios quiere al cortar bruscamente tu carrera? ¿Quién sabe si no es así como te quiere guiar a tu debida carrera, a tu verdadero cometido?

Edumndo Campión era el favorito de la reina Isabel de Inglaterra. Se celebró una gran fiesta, y Campión hubo de mostrar su admirable arte de montar a caballo delante de los invitados. Cayó del caballo. En vez de aplausos, risotadas mordaces. Campión se retiró, descubrió su verdadera vocación, se hizo misionero jesuita, y dio su vida por Cristo como mártir.

Julio César desembarcó en África. Al bajar del buque tropieza de repente y cae en tierra. El cortejo supersticioso susurra, ve un augurio malo en el suceso. Pero César tiene una feliz ocurrencia. Extiende sus brazos, y con acento patético grita: “Te abrazo, África.”  Supo forjar un éxito del mismo percance.

La lucha, las privaciones, no sólo no son un mal, sino también fuente de virtudes heroicas. Si no hubiese tentación, no habría tampoco dominio de sí mismo. Si no hubiese pruebas, tampoco habría perseverancia. Quien lucha, se hace fuerte.

Dante escribió en el destierro luchando con la miseria, su magnífica obra, la Divina Comedia. Schiller escribió en una dolorosa enfermedad sus dramas de más relieve. Mozart terminó su Réquiem en el lecho del dolor.

No le iría bien al hombre si sus empresas todas fueran coronadas por el éxito. Enseña el fracaso a ser humildes, y da vértigo el éxito continuo.

Todo es capaz el hombre de soportar, menos un bienestar continuo. Recuerda que en cualquier logro, siempre hay una prueba que vencer.

 

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