Armando Escalante
Periodista y analista político
El mal estilo de gobierno que ejercen desde el centro del país el presidente Manuel López y sus colaboradores, quieren imponérselo a los gobernadores que no están alineados ni al servicio de la Cuarta Transformación, restándoles apoyo, poniéndoles trabas y torpedeando cuanta decisión quieran tomar.
La exmagistrada Olga Sánchez, secretaria de Gobernación “en retiro” —porque casi nunca se le ve—, ha opinado en contra de la Ley Seca que se aplica en varios estados, lamentando que las autoridades locales implantasen tales disposiciones, unidas a la restricción de la movilidad. Y como sugerencia, les manda decir que mejor apliquen gel, recomienden usar tapabocas así como la “sana distancia”. Olvida la señora que todo eso se hace en Yucatán, desde hace ya muchas semanas, anticipadamente, porque aquí sí tenemos gobierno. Digamos que cuando al fin reaccionaron, nosotros teníamos ventaja. Eso podrá ayudar mucho a la hora de medir el saldo de los daños.
Solo faltó que se le ocurriera a la funcionaria ausente recomendar que se “suspendan las clases” y se retire a las personas a sus casas, algo que adoptamos desde mediados de marzo, en otra prueba más de eficacia en la protección social.
Aquí en Yucatán, sin embargo, no faltaron los juicios pragmáticos de propios y extraños, que de inmediato criticaron la medida de prohibir la venta de cerveza y licor, además de obviamente enojarse por el cierre de bares y cantinas, medida adoptada porque no son actividades esenciales. Paralelamente, el Gobierno Federal —en otro gesto de incongruencia— ordenó cerrar las grandes plantas de envasado de licor y cerveza, bajo el mismo criterio de no ser prioritarios y sobretodo, para evitar exponer a miles de trabajadores de esas empresas.
Al aplicarse esta disposición, es obvio que el producto almacenado sería el único a repartir pero como también se cerró este servicio, las tiendas del país se quedaron sin nada. No se entiende porqué la señora secretaria de Gobernación —retirada— critica a los gobiernos estatales y a los ayuntamientos que, con plenas facultades y atribuciones, tomaron las duras medidas con el fin de proteger a su población del elevado consumo de licor y cerveza en momentos tan delicados.
En fin, esa gente del Gobierno Federal no solo no ayuda sino que estorba, como hace en Jalisco, donde a todas las medidas de avanzada que implanta el gobernador Enrique Alfaro de inmediato le ponen trabas, además de casualmente hacer que sus cifras parezcan peores que las de la Ciudad de México, donde gobierna la hija predilecta del presidente y donde literalmente veremos a la gente caer en las calles. Al tiempo.
El xix.- Llegaremos a julio con un aproximado de 10,000 fallecimientos en el país —conservadoramente hablando—, en su mayoría, puestos por la Ciudad de México y su área conurbada. De ese gran total nacional, 70 podrían contabilizarse en Yucatán, sobretodo si la gente abandona las medidas de aislamiento social dispuestas en la cuarentena. Y no vamos a poder achatar la curva de contagios si la gente no se aplica la única vacuna que ya existe y que todos la tienen consigo, y se llama “quédate en casa”.