La velocidad o la vida

Everardo Flores Gómez

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Esta semana concluyeron los trabajos del Foro Nacional de la Bicicleta celebrado por vez primera en esta ciudad de Mérida, Yucatán. La ponencia magistral fue impartida por el asturiano Carlos Rodríguez, invitado de honor del evento, quien inició su participación mostrando imágenes de calles al rededor del mundo intervenidas por los gobiernos locales mostrando el antes y el después de dichas intervenciones, sobresaliendo en la imágenes del “antes” segundos pisos viales, grandes superficies de asfalto y la congestión de automóviles y en las imágenes del “después” espacios arbolados, zonas peatonales y personas en bicicleta. Carlos preguntaba al público en cada par de imágenes: “¿Ustedes qué prefieren? ¿La velocidad o la vida?” a lo que el público fuerte y al unísono contestaba: “La vida”.

La siguiente pregunta que naturalmente se hizo Carlos al igual que todo el público ahí presente era evidente, por qué si preferimos la vida a la velocidad la gran mayoría de nuestras calles están diseñadas para favorecer la velocidad. La respuesta no era fácil, pero Carlos intentó ofrecerla. Comenzó señalando que en realidad existe un grupo no desdeñable -no por el número pero sí por su capacidad de influencia- de personas que prefieren la velocidad y la comodidad de estacionar su auto en la calle sobre cualquier otra consideración, mostró evidencia fotográfica de manifestaciones en su país con personas llevando carteles que decían: “tu movilidad me inmoviliza” culpando a las ciclovías y andadores peatonales de los embotellamientos sin reflexionar que esa congestión de vehículos se debe precisamente a la sobremotorización de las ciudades que resulta insostenible en cualquier parte del mundo. “Se trata de una lucha contra el statu quo y como es de esperarse dicho statu quo presionará con todas sus fuerzas para detener el cambio”, señaló Carlos citando a Janette Sadik-Khan ex encargada de la movilidad en Nueva York autora del famoso texto “Luchar por la calle. Manual para una revolución urbana”.

Describió el conferencista español con claridad ese statu quo en materia de movilidad en México parece estar enquistado: los privilegiados pueden moverse más y más rápido, los “rápidos” excluyen a los “lentos” en el espacio urbano, la ciudad es política hecha cemento y asfalto, la calle es también política, pues privilegia y excluye lo mismo que el espacio público que controla y disciplina a las personas usuarias conformando así ciudades neoliberales que configuran nuestras vidas y amenazan el futuro de todos. Parafraseando a Iván Ilich, Carlos Rodríguez dijo que sólo la velocidad de la bicicleta asegura una equidad en el consumo de energía y por lo tanto su propuesta para seguir enfrentando la cultura cochista o como también se le conoce, la cultura del patriarcarro, es impulsar decididamente una cultura ciclista a través de acciones deliberadas y políticas para revertir la automovilidad haciendo hincapié en que la ciclomovilidad no se trata sólo de tener más ciclistas que automovilistas en las calles sino algo más profundo: descarbonizar, establecer la equidad, la redistribución, el decrecimiento y el desafío a los privilegios. Es preciso, continuó el ponente, anteponer el valor de la vida humana para pensar en la sociedad más allá del automóvil y la velocidad injusta. La clave, concluyó el divulgador internacional de la campaña “30 días en bici”, es comunicar, apropiarse del relato urbano, retratar la crisis del modelo cochecentrista y la resistencia cochista, potenciar la imagen de la movilidad activa, “vender” experiencias y vivencias positivas”, alcanzar a personas que no son usuarias actuales, lanzar mensajes potentes, provocadores, que establezcan modas, vender deseo, potenciar el imaginario de todas las ventajas de la movilidad en bicicleta, en pocas palabras dar la batalla cultural, defender la calle, luchar por el derecho a la ciudad para todos y todas, ser un paraguas de luchas confluyentes y no quedarse en ser un movimiento de un solo asunto. Una conferencia magistral inspiradora, que suscribimos en todos sus términos y que nos haremos cargo no sólo de replicarla sino de llevarla a cabo desde cada una de nuestras ciudades con los recursos y capacidades a nuestro alcance. Así sea.