La vida a los 70

Mario Barghomz
mbarghomz2012@hotmail.com

“Tengo miedo -me dijo-, no se lo vayas a decir a nadie, pero estoy a punto de cumplir los 70 años”. ¿Y por qué el miedo -le pregunté-, te sientes mal, piensas que te vas a morir?. No, pero a todos los que veo y conozco de esa edad ¡se ven tan viejos y algunos están tan enfermos!. No sé -le dije-; ¿yo cómo me veo?, también voy a cumplir 70. Sí, ¡pero tú eres de otro planeta!

Como si los de otro planeta no envejeciéramos, como si los telómeros de nuestros cromosomas nunca se hubieran gastado y eso nos hiciera mantener jóvenes por siempre. Lo cierto es que la edad parece ser relativa a la perspectiva y estilo de vida que cada quien haya dispuesto (o escogido en su libre albedrío) para su existencia. Platón dice en su filosofía que como vivimos envejecemos.

Sentirse pleno o a gusto con la vida luego de haber vivido tantos años, dependerá de cuánto se haya hecho por ello. No se trata de haber ignorado constantemente la disciplina de vivir, la previsión, el orden, el mantenimiento y el esfuerzo en todo aquello que haya tenido que ver con nuestra salud y bienestar.

Cierto es que conocemos gente de 45 (no de 70) que deben seguir con su vida dependiendo de un marcapasos en su corazón, o de 20 con una diabetes ya diagnosticada de por vida. Otra es gente rota y quebrada que han vivido padeciendo desde los 15 años, o aún desde que eran niños. Gente que soporta (resiste, aguanta) más que disfrutar la vida. Gente que regularmente piensa (sin ningún conocimiento o cultura al respecto) que vivir así es su destino, su herencia o su mala suerte.

Así que poder cumplir los 70 años sin enfermedad, achaques ni efectos de ninguna demencia más la que por supuesto evidente “locura de vivir”; más que una maldición del tiempo, debe ser una gracia y una bendición, una oportunidad natural de la vida misma y el destino. Quienes así se sientan (y no sea sólo una presunción o una mera apariencia) habrán sabido vivir.

Y no se trata por supuesto de cuánto se tenga o de cuánto se carezca. No es el dinero o la pobreza lo que afortunadamente determina la plenitud de una vida, aunque así lo parezca. ¡Cuánto millonario enfermo no existe en el mundo buscando cómo librarse de la decadencia y la muerte!. Y cuánto pobre no pone de pretexto su pobreza para enfermar un día y morirse. Aristóteles hablaba del equilibrio, de la justa medida como medio para ser felices. ¡Ni tanto, ni menos!; sino aquello justo que cumpla una proporción de equilibrio y armonía en la vida de una persona.

¿Cuántas veces no es la negligencia o la pereza la que determina un estado de ánimo o de salud en nuestras vidas?. El desorden, la falta de previsión y disciplina, la falta de ejercicio diario, un buen orden alimenticio, la falta de higiene constante en todo aquello que se lleve a cabo, la ausencia de buenas relaciones y buen descanso nocturno, de actividad social y ocupación mental fuera del simple entretenimiento y la distracción superfluas como la adicción a los juegos de casino o la televisión basura que aceleran el mal metabolismo de los sentimientos híbridos y la temprana demencia.

De tal manera que para tener 70, ¡bien cumplidos en salud, vitalidad y bienestar, se necesita más que sólo haber dejado pasar el tiempo!, o haber dedicado nuestro cuerpo, mente y corazón a tareas insensatas de las falacias de la vida puestas como atractivo en las marquesinas de este mundo. Más que sólo haber dejado que la vida pasara o sucediera sin orientación de nuestra parte para mantener o corregir el rumbo. 

No tengas miedo -le dije-; 70 años no son tantos. ¡Prepárate a vivir los próximos 10, hasta los 80, en plenitud!. Y si Dios nos lo permite, tener 90 o 100 años, será lo de menos. ¡Y deberá ser una enorme gracia y un gran gozo!

Sin duda, ese día bailaremos como Mick Jagger, eso sí; llenos de satisfacción.