Mary Carmen Rosado Mota
@mary_rosmot
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Hace menos de tres meses se disputaba la final femenil del Abierto de Australia, el primer Grand Slam del año y que traería consigo un momento histórico con el triunfo en casa de la tenista Ashleigh Barty, al ser la primera australiana en ganar de local en los últimos 44 años.
Tras un comienzo complicado en su carrera deportiva, Ashleigh había vivido un 2021, aparentemente, de ensueño con la obtención de su primer Wimbledon y la medalla de bronce en la modalidad mixtos en los Juegos Olímpicos de Tokio. Sumado a escalar la posición 1 del ranking mundial de la WTA (máxima institución del tenis femenil), que la había puesto a sus 25 años en la cima de esta división y de su trayectoria.
Dos meses después de su triunfo en Melbourne compartió un video en sus redes sociales con un anuncio sorpresivo, había tomando la decisión de retirarse del tenis profesional. Y tan impactante como su anuncio fue la razón por la cual había dado aquel paso, porque “ya no tengo el impulso físico, las ganas emocionales ni todo lo que se necesita para desafiarte a ti misma en lo más alto del nivel. Estoy agotada”.
Así de contundente una tenista profesional que acumuló 85 semanas en lo más alto del ranking mundial le ponía fin a una carrera que, a los ojos de muchas personas, aún le quedaban bastantes años por desarrollar y explotar, pero que, por otro lado, ya no le daba a ella lo que se supone debía otorgarle.
Y quizá esa es la pregunta que nos tendría que poner a reflexionar, ¿qué es lo que esperamos del deporte? Crecemos con una idea de lo que aparentemente nos puede brindar, como una buena salud, quizá madurez, desarrollo, oportunidades, en algunos casos incluso, dinero y fama. Pero ¿qué es lo que en realidad estábamos buscando?
La respuesta a esta pregunta también debería hacer cuestionarnos lo que hacemos por la salud mental durante la práctica deportiva, las altas exigencias, el poco descanso y hasta el separarse de la familia pueden ser parte de los sacrificios de optar por el deporte como una profesión, que, si bien brinda grandes satisfacciones a veces, también puede tener un alto costo.
Hace una semana Ashleigh Barty quedó oficialmente fuera del ranking mundial con lo que se materializa su retiro, al menos por ahora. Pero fuera de ser un momento triste, esta joven australiana quiere emprender nuevos horizontes que le despierten de nueva cuenta la pasión por algo. Ahora se le ha podido ver sobresaliendo en torneos de golf locales y este fin de semana anunció que publicará una serie de libros para público infantil.
Ya sea en el tenis o en otra disciplina, en el césped o es un escenario totalmente diferente, lo cierto es que en la vida debemos siempre buscar ser felices con lo que hacemos, ese es el único camino. Porque como Ashleigh Barty nos ha demostrado, en alguna época el tenis le brindó alegría a su vida pero también, hay vida después del tenis.