La violencia de género y el cambio climático son dos de los problemas más graves que enfrenta la humanidad en el siglo XXI. Ambos fenómenos tienen causas y consecuencias complejas, que afectan de manera desproporcionada a las mujeres y a las personas más vulnerables del planeta.
La violencia de género es una manifestación de las desigualdades estructurales entre hombres y mujeres, que se expresan en distintas formas de discriminación, opresión y abuso. Según la ONU, una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual en algún momento de su vida, y al menos 200 millones de niñas y mujeres han sido sometidas a la mutilación genital femenina.
La violencia de género no solo causa daños físicos y psicológicos a las víctimas, sino que también limita su acceso a la educación, la salud, el trabajo y la participación política. Pero ¿qué relación existe entre la violencia de género y el cambio climático? Ambos problemas están interconectados y se retroalimentan mutuamente. Por un lado, el cambio climático agrava las condiciones de vida de las mujeres, especialmente en los países más pobres y dependientes de la agricultura. Las mujeres tienen que enfrentarse a mayores dificultades para acceder al agua, a los recursos naturales, a los medios de subsistencia y a los servicios básicos.
Además, el cambio climático aumenta el riesgo de conflictos armados, migraciones forzadas y desplazamientos internos, que exponen a las mujeres a mayores situaciones de violencia, explotación y trata. El impacto continuo y progresivo del cambio climático en las comunidades puede generar que se tomen decisiones incorrectas como mecanismos de supervivencia negativos, como la trata, la explotación sexual y prácticas nocivas como el matrimonio precoz o infantil y el abandono escolar, todo lo cual atropella los derechos de las mujeres y las niñas y las coloca en escenarios de alto riesgo. Por otro lado, la violencia de género obstaculiza la lucha contra el cambio climático, al impedir que las mujeres puedan ejercer sus derechos y contribuir al desarrollo sostenible.
Las mujeres son agentes clave para la adaptación y la mitigación del cambio climático, ya que poseen conocimientos tradicionales, habilidades prácticas y capacidades innovadoras para enfrentar los desafíos ambientales. Sin embargo, las mujeres siguen estando infrarrepresentadas en los espacios de toma de decisiones sobre el clima, tanto a nivel local como global. Por lo tanto, es necesario abordar la violencia de género y el cambio climático desde una perspectiva integral e interseccional, que reconozca las causas comunes y las soluciones compartidas.
Es imprescindible promover una cultura de paz y respeto a los derechos humanos, especialmente a los derechos de las mujeres. Asimismo, es fundamental impulsar una transición ecológica justa y equitativa, que garantice la participación activa y efectiva de las mujeres en todos los niveles. Solo así podremos construir un mundo más seguro, más justo y más sostenible para todas las personas.