Las campanas: sonidos del pasado y del presente

Por Ángel Gutiérrez Romero

Comienza el día en el centro de Mérida. La vida de la capital yucateca transcurre marcada por el incesante ir y venir de peatones, automóviles y autobuses del transporte púbico que con su fatigosa marcha y abundantes humaradas ensucian el cielo de la ciudad. Después del ajetreo cotidiano, al caer la tarde, los viejos barrios meridanos recobran una atmósfera de quietud que parece provenir de tiempos lejanos. Por unos instantes resurge aquella “Mérida colonial” a la que los trovadores del siglo pasado dedicaron sus versos y que ahora existe casi solamente en el recuerdo. Desde las torres y espadañas que la devoción levantó por los cuatro rumbos de la urbe, se percibe el tañido de las campanas; voces añejas que durante siglos señalaron y sacralizaron el paso del tiempo.

En el pasado, en torno a las campanas y al modo de tocarlas se desarrolló un conjunto de usos y costumbres complejo y sorprendente. Entre estos instrumentos sonoros existió una jerarquía conformada por campanas mayores, campanas menores, esquilas y esquilones. Su importancia y carácter sagrado fueron tales que cada una estaba puesta bajo la advocación de algún santo o de la Virgen y, en ocasiones, eran solemnemente consagradas mediante ritos especiales celebrados por obispos. Todo esto contribuyó a que el pueblo atribuyera a las campanas cualidades sobrenaturales como el poder de ahuyentar a los demonios que, según se creía, causaban males y enfermedades.

Hasta donde se tienen noticias, la campana más antigua que se conserva en Yucatán data de 1591 y pertenece al Convento de las Monjas Concepcionistas de Mérida. Por su parte, la Catedral resguarda en su torre norte diez campanas elaboradas entre los siglos XVII al XX. La más antigua y más hermosa de ellas es del año 1618, está dedicada a Santa María y San Ildefonso y fue obsequiada por el Dr. Pedro Sánchez de Aguilar.

Prácticamente en todas las iglesias coloniales de Yucatán se conservan campanas de gran interés histórico. Por ejemplo, en Tixhualactún existe una campana con una inscripción que da cuenta de su origen y antigüedad: “Hizose en Valladolid de Yucatán para el pueblo de Tisbalatun. Año 1678”. Otras llaman la atención por los motivos decorativos que presentan; los más comunes son las cruces floridas y las imágenes de santos pero también los hay singulares y raros; tal es el caso de las encantadoras iguanitas que simulan tomar el sol perpetuamente recostadas sobre la campana “Jesús Nazareno” de la iglesia parroquial de Cansahcab.

 

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