Por Gabriel Ortiz
Tenemos que hablar de Andy Ruiz, el flamante pugilista mexicano, campeón unificado de la división de los pesados que… ¿quién?, ¿Canelo? No, seguro no lo conoces ni habias oido hablar de él, porque en el mundo del deporte espectáculo, no era nadie hasta el sábado por la tarde.
No fue hasta que le dio una paliza al invicto campeón londinense que el mundo se enteró de su existencia, yo me incluyo. Ya otros medios han mencionado lo inverosimil de su historia, de su victoria; cómo fue menospreciado y subestimado por su físico, por su origen, por su personalidad. Y una vez más, el deporte nos da una gran lección de vida, esas que terminan en los cines debido a lo épicas que resultan ser. Gracias a gestas como la del sábado pasado podemos creer que la convicción y el coraje pueden llevarnos a alcanzar nuestro más grande sueño, que el amor a la familia, a la madre, pueden impulsarnos más que cualquier droga, más que el ego, que la fama; y que sin miedo un hombre puede lograrlo todo, empezando por el respeto.
La victoria de Ruiz no sólo lo coloca en la historia del boxeo mexicano como el primer campeón de los pesos pesados, lo coloca junto a nombres como Tyzon, Foreman o Alí, quienes han reinado en la misma división. Solo el tiempo dirá si es capaz de igualar sus leyendas y ganarse un lugar entre los héroes del boxeo mexicano com Chavez, Marquez y Morales. Ya el tiempo lo dirá, las cosas caen por su propio peso pesado…