En plena temporada vacacional se exponen las aventuras de diferentes personajes de la autoría de Joaquín Cervantes Bassoco, que hacen recordar a personas de mayor edad la lectura, colección e intercambio de estos textos durante su juventud
“SE CREE LA ‘MAMÁ DE TAWA’”, se decía popularmente hasta hace unos años para hacer mención a alguien que era presuntuoso, y para quienes no tuvimos la suerte de leer las aventuras de este personaje mexicano, “Tawa, el hombre gacela”, en las mamparas colocadas a un costado del Edificio de Correos y el Portal de Granos será posible conocer más de este y otros personajes creados por Joaquín Cervantes Bassoco.
A pesar del clima caluroso, numerosas personas realizaron un alto en el camino para ver esta exposición, que se organiza en coordinación con el Museo de la Ciudad, algunos para encontrarse por primera vez con las historietas mexicanas, y otros, los de mayor edad, para regresar a un pasado en el que a falta de televisión este era el medio para que chicos y grandes disfrutaran su tiempo libre leyendo, coleccionando e intercambiando las revistas que cada semana llegaban al “puesto de la esquina” y que sólo costaban un peso.
Acerca de los personajes de Cervantes Bassoco, nacido en 1918 y considerado como pionero de la historieta de autor y pilar de la historieta mexicana, encontramos a “Pie Plano”, que protagoniza historias de box, lucha y fútbol, además del “Pirata Negro”, que era un futbolista del equipo de Necaxa, además de “Wama, el hijo de la Luna” y el mencionado “Tawa, el hombre gacela”, que a la fecha es recordado por muchos meridanos como don Melchor Rivero Canul.
-Era una revista que salía en blanco y negro, y el personaje era como Superman o como Tarzán, yo la coleccionaba -dijo el entrevistado, quien frente al cartel de Los Supersabios recordó que cuando salió a la venta el ejemplar en cuestión, en 1953, él tenía 12 años de edad.
-Me acuerdo mucho de Rius que hacía Los Agachados, de Chanoc, pero también del Llanero Solitario, de Gene Autrey o Roy Rogers, que eran gringos. Nos juntábamos para hacer intercambio con quienes tenían revistas para niños como La pequeña Lulú, donde salía el Club de Tobi. Como no había tele eso era lo que nos entretenía -dijo don Melchor, quien recuerda que su mayor tesoro era “un cerro de cuentos”. “Así aprendimos a leer, dejando volar la imaginación”, subrayó.
Entre las portadas, cuyos originales se encuentran en el Museo de la Caricatura y la Historieta (Mucahi), ubicada en Anenecuilco, Ayala, en el estado de Morelos, se aprecia a Kalimán, La Familia Burrón, Memín Pinguín y Lágrimas y Risas, con la edición dedicada a Rarotonga, además del Santo.
-Recuerdo mucho las aventuras del Santo y sus sinopsis para no perder el hilo de la historia, los niños de aquel entonces así aprendíamos a leer, porque veías las figuras y querías saber que decían los personajes -dijo don Bernardo Sonda, quien acudía a un pequeño local del mercado donde alquilaba la revista de Kalimán por 20 centavos.
-Recordar es vivir, pero con eso del celular, los chavos de ahora ya no se interesan mas que en el hombre araña, y se olvidan de estas revistas que nos representaban a los mexicanos -lamentó.
Texto: Manuel Pool
Fotos: Juliana Sepúlveda