La Hacienda San Lorenzo Aké se distingue en la población del mismo nombre, con una hermosa iglesia edificada en lo alto de un cerro, por lo que, en redes sociales, muchos visitantes la nombran como “La Cholula de Yucatán”.
Su propietario, Andrés Solís Preciat, recibió al equipo de PENINSULAR PUNTO MEDIO en la casa principal de esta hermosa hacienda en la que aún se trabaja el henequén, aunque ya no en las dos grandes desfibradoras con que se contaban en este lugar ubicado en el municipio de Tixkokob, sino en una muy pequeñita en la que apenas se procesan al mes unos 3,000 kilos de la fibra, que escasea en la zona.
—Ahora la gente ha abandonado los planteles de henequén para dedicarse a otras actividades en la ciudad, además de que el precio es tan bajo que no se le puede pagar al trabajador la cantidad que uno quisiera, pero aunque así fuera, en la actualidad, los jóvenes no saben cómo sembrar y cuidar de las plantaciones —indicó el entrevistado, quien paulatinamente ha buscado la manera de tener ingresos suficientes para pagar los sueldos de los trabajadores de esta hermosa hacienda que luce espectacular en medio de los amplios y verdes jardines, que son el orgullo de Andrés, quien junto con su hijo se encargan de coordinar las diversas actividades que se realizan en el lugar que colinda con la zona arqueológica conocida con el mismo nombre, la cual es considerada como de las más antiguas de la zona.
—Los Itzaes pasaron dos veces por Aké, lo dice en un libro sagrado de Maní —explicó orgulloso Solís Preciat, mientras que en una placa colocada por el INAH en la entrada a la zona arqueológica, se explica que fue hace aproximadamente unos 2 mil 300 años, cuando el lugar comenzó a poblarse y que su auge fue entre los años 600 y mil 200 cuando alcanzó un mayor número de habitantes, y que fue decayendo hasta ser abandonada en el año de mil 400.
Entre las construcciones se destaca la estructura 1 o de las Pilastras donde posiblemente se llevaban a cabo las ceremonias, y se dice que es muy posible que lo que se aprecia como unas torres megalíticas hayan sostenido uno de los techos de madera y palma más grandes de Mesoamérica.
La estructura se aprecia perfectamente desde uno de los costados de la casa principal, específicamente desde la cocina, lugar por el que ingresamos a tan bella construcción, en cuyas habitaciones y pasillos se respira un ambiente de tranquilidad que parece remontarnos al pasado.
Cuando llegan los turistas a hacer el recorrido, este espacio no se incluye en el tour, por lo que agradecemos a su propietario que nos permita ingresar a ella y tomar imágenes de la decoración que se mantiene en la sala principal, la estancia y en el comedor, donde las paredes se encuentran decoradas con fotografías de principios del siglo pasado, en las que aparecen tanto familiares como imágenes cotidianas de las faenas que se realizaban en la hacienda en la década de los años 30.
—Estamos recibiendo a muchos turistas a quienes les enseñamos como se procesa la fibra para obtener el henequén, además de que conocen la historia de la Hacienda en una película que les proyectamos, y finalmente, si así lo piden, se les incluye la comida en la que entre otras cosas se incluyen las calabazas rellenas, su horchata o jugo de jamaica además de su dulce de papaya —comentó Andrés, quien a pesar de contar con 73 años de edad, tiene muchos planes para seguir manteniendo la economía de la hacienda, como el ofrecer platillos a base de la carne de venado que obtiene de su granja especializada, y que es otro atractivo del que se detallará en otra ocasión.
Antes de retirarnos, los trabajadores del lugar nos recordaron que hoy inician los festejos en honor a la Virgen de la Inmaculada Concepción, por lo que hasta el 8 de diciembre, los habitantes de esta población estarán de manteles largos y disfrutarán hasta de corridas de toros en un coso metálico portátil que se instaló en la plaza principal del lugar, que también es muy famoso porque cada jueves de gloria, fieles católicos de toda la región, llevan en procesión al Cristo Negro de Aké.