No hay mejor meta que la que uno mismo se traza, y los Leones de Yucatán se han encargado los últimos tres años de ponerse el listón cada vez más alto.
Cierto es que la organización melenuda ha hecho los esfuerzos y las gestiones necesarias para armar a un equipo poderoso que pueda contender directamente por el título desde la llegada de los hermanos Arellano Hernández como propietarios. Lamentablemente en los últimos tres años la gloria se le ha negado a los Reyes de la Selva al quedar eliminados en la Serie de Campeonato de la Zona Sur. Pero para esta campaña, el objetivo es el mismo: el título o nada.
Para concretar la tarea, se tuvo que sacudir el organigrama y hacer una renovación total. El primer cambio importante vino con el nombramiento de David “Chile” Cortés como gerente general del club, quien vino para sustituir a un Juan Carlos “Canelo” Canizales luego de no poder lograr los objetivo planteados. Con la llegada de Cortés, también arribó el nuevo domador de la fiera en la persona de Roberto “Chapo” Vizcarra, un manager ganador que ya probó las mieles de un campeonato de la Liga Mexicana de Béisbol, con los Tigres de Quintana Roo, y también en el circuito del Pacífico, con las Águilas de Mexicali. Eso sólo para empezar.
Las noticias que más alegraron a un gran sector de la afición yucateca (sino es que a toda) fue el regreso de Jesús “Cacao” Valdez, quien es el jugador más querido del plantel y quien no debió irse, a tal grado de que su ausencia pesó en los pasados playoffs; del mismo modo, la permanencia de Leo Heras en la organización, luego de que no se arregló con Acereros de Monclova, dibujó más de una sonrisa en la fanaticada, ya que es un jugador que puede cumplir el rol de jardinero que no da por perdido ningún elevado y que puede funcionar como bateador designado.
Asimismo, Luis “Pepón” Juárez llegó a la cueva para aportar el poder que tiene en las muñecas y jugar la primera base. El bateo de Juárez debe servir para aumentar las probabilidades de que el equipo responda a la ofensiva a la hora cero, puesto que ese factor ha jugado en contra en momentos de postemporada. Por su parte, Walter Ibarra aportará toda su clase y experiencia para jugar la segunda base, posición que dejó vacante Esteban Quiroz, quien se fue a probar suerte a ligas menores en EU. Del mismo modo, Alberto Callaspo tendrá la responsabilidad de cubrir el hueco que dejó Ricardo Serrano en la tercera base, y se espera que Art Charles se recupere pronto de su lesión para aportar con el madero.
No se puede olvidar que los rugidores ya contaban con una base de mucha calidad, con peloteros de la talla de Sebastián Valle en la receptoría, Diego Madero en las paradas cortas, José Juan Aguilar en el jardín derecho, así como Humberto Sosa, quien se puede adaptar a las condiciones del juego y de la temporada para rotarse entre la posición de cátcher y primera base.
El cuerpo de lanzadores se vio reforzado hasta los dientes. El exligamayorista Freddy García y el talento de Paul Clemens llegaron para apuntalar a una rotación de gran nivel encabezada por Yoanner Negrín, quien tiene todos los papeles para ser todavía ese “as” que dé seguridad y altas probabilidades de victoria a los selváticos. José Samayoa y Jonhatan Castellanos completan una rotación muy competitiva. Esta temporada también llegaron los brazos de José Manuel López, Matt Nevarez, Rafael Pineda, Héctor Villalobos y Edgar Gómez para hacer pesar aún más el bullpen.
En pocas palabras y entre líneas, los Leones de Yucatán para la temporada 2018 están para llevarse el título. Aunque es una convicción con la que han comenzado las últimas tres campañas y terminaron por quedarse en la orilla, el aficionado yucateco debe tener la esperanza bien puesta en que ésta debe ser la campaña en la que el equipo melenudo pueda dar el golpe de autoridad y ganar el trofeo de campeones. La inversión está más que puesta, los jugadores y el manager son los adecuados, la infraestructura de la organización es inmejorable y, por supuesto, la fanaticada es la más apasionada de México. Sólo falta demostrarlo en el terreno de juego un año más, así que, ¡playball!
Por Martín Arias