Santiago Pell
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La participación del tricolor en las actuales eliminatorias de la Concacaf rumbo a Catar 2022 no ha sido la esperada y está resultando peor de lo que nos imaginábamos. El bajo nivel futbolístico, las escasas llegadas a puerta y un pobre panorama de relevos en el campo, son solamente algunos de los tantos factores que han hecho que el conjunto azteca no funcione ni se acerque a funcionar.
¿La solución es culpar (como siempre) al director técnico y darle calle? Tal vez sería un buen comienzo, pero no estoy del todo seguro, pues al fin de cuentas, Gerardo “Tata” Martino conoce a su plantel y si las eliminatorias se han estado llevando bajo su cargo considero que el proceso, esté siendo malo o bueno, debe continuar para al menos intentar cambios convenientes.
Pero el problema de la selección mexicana no resulta exactamente en sus jugadores ni entrenadores, la cuestión viene de más atrás. El cáncer que lleva consigo el tricolor desde hace mucho tiempo y que continúa generándole metástasis se llama Liga MX.
El torneo que mantiene embobada a toda una sociedad mexicana resulta ser simplemente un reflejo de lo que es hoy en día el futbol en este país. Es un certamen donde se juega al pelotazo, con un formato mediocre que permite a un doceavo puesto competir mediante el repechaje, con clubes que no les interesa en absoluto apostar por canteras de la región, que no tiene descenso y que su único objetivo siempre es monetario.
Ya dejémonos de tonterías, paremos los intentos de análisis elaborados respecto a los jugadores, a los cambios, a los DT’s. Detengamos esos sufridos actos que vienen siendo llamadas de auxilio con la esperanza de obtener una respuesta diferente a la que ya conocemos y hemos tenido enfrente desde años atrás. Mientras la Liga MX no cambie, la selección mexicana seguirá sin poder ganar una triste Copa Oro y mucho menos avanzar al famoso “quinto partido” de los mundiales.
