El ingeniero Fred Benenson recaudó en 2009 cerca de 3.500 dólares en Internet para financiar una insólita traducción de Moby Dick. Más de 200.000 palabras del clásico de Herman Melville convertidas en emoticonos bajo el título Emoji Dick. Aparte de que resulte bastante difícil creer que alguien pueda entender (y menos disfrutar) una novela solo con emoticonos, la iniciativa es un reflejo del impacto de los simbolitos en la comunicación de la era digital, sobre todo a través del móvil. Los nuevos teclados predictivos ya son capaces de ofrecer un dibujo como alternativa a la palabra. Tras miles de años de progreso, ¿nos incitan a volver a escribir con pictogramas como en el antiguo Egipto? ¿Limitan los emojis nuestra capacidad de expresión? ¿Convierten toda comunicación en una tierna broma?
Ahora las actualizaciones del sistema operativo de Apple incluyen la posibilidad —que ya estaba disponible en otras aplicaciones— de que el teclado prediga y traduzca el texto a emoticonos. No solo se tiene la sensación de que el terminal es capaz de leer el pensamiento en palabras, sino también en forma de dibujos, opción que probablemente jamás imaginó Scott E. Fahlman, profesor de Carnegie Mellon, cuando creó el primer (y rudimentario) emoticono en 1982 —trató así de indicar a sus colegas que el mensaje que les mandaba era irónico—.
Quienes critican la fiebre emoji temen que se esté limitando la riqueza expresiva, y que se simplifiquen cada vez más los mensajes. Los defensores alegan que las caritas, puñitos y flamencas son el resultado natural de la evolución de la comunicación en esta era. “No son estrictamente hablando un idioma como el inglés o el español. Pero nos guste o no, los emojis son la forma de comunicación más global”, explica Vyv Evans, profesor de lingüística en la Universidad de Bangor (Reino Unido), en Psychology Today. Suplen algunas de las carencias de la comunicación online. Una conversación cara a cara permite modular la entonación y el volumen. También entran en juego las expresiones faciales, el lenguaje corporal. “El texto digital puro y duro es pobre y emocionalmente árido”, añade Evans, que realizó un estudio con británicos de entre 18 y 25 años en el que concluyó que el 72% creía que se expresaba mejor con emoticonos.
A veces, sin embargo, los simbolitos no sirven para evitar malentendidos. Un estudio publicado en Cyberpsychology, Behavior, and Social Networking en 2015 concluye que cuando las usuarias de Facebook ven un emoticono en un mensaje que su pareja ha dirigido a otra persona tienden a sentirse celosas: sospechan que el guiño puede ser coqueteo. Pero los hombres se sienten más celosos cuando no hay emoticonos en los mensajes de sus parejas a terceros. Otro caso en el que el uso de los emojis puede ser contraproducente es en las cartas formales: algunos cazatalentos dudan de la profesionalidad de los candidatos cuando incluyen estos símbolos en sus mails. Además, los emoticonos pueden ser útiles para mostrar sentimientos ligeros, positivos o irónicos, pero no parecen tan convenientes, advierten los expertos, para expresar frustración, desacuerdo o urgencia. En estos casos, quizás sería mejor evitar las caritas furiosas de ceño fruncido.
-El País