Lo que importa son tus obras

En su homilía por el Día de los Fieles Difuntos en el cementerio Xoclán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega recalca que la vida del padre asesinado en Chiapas debe ser un ejemplo, pues dedicó su vida a fomentar, procurar y resaltar la paz entre las comunidades en las que realizó su ministerio

El Arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega, afirmó que la vida del padre Marcelo Pérez Pérez, asesinado el mes pasado en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, estuvo dedicada a fomentar la paz y por eso no temía a la muerte.

En su homilía por el Día de los Fieles Difuntos en el cementerio Xoclán, Rodríguez Vega dijo que su vida debe ser un ejemplo, pues el sacerdote chiapaneco dedicó su vida a fomentar, procurar y resaltar la paz entre las comunidades en las que realizó su ministerio.

“Eso podría quedar como gran maldad e injusticia, algo que no tiene razón de ser y que debiera ser perseguido y castigado, pero más bien veamos qué había en el corazón y mente de este sacerdote. Está por escrito todo lo que contestaba a las preguntas si temía por su muerte: él decía no, yo ya le entregué mi vida al Señor”, recordó.

Afirmó que hay personas que se atreven a quitar la vida de sus hermanos, especialmente en varios estados de la República y otros países en donde existe la guerra, pero lo que importa para un buen cristiano son sus obras, su manera de vivir y cómo se preparó para la muerte.

“Entre más nos acerquemos al Señor menos será el miedo a la muerte”, recalcó.

Por eso, dijo, la vida del sacerdote católico de Chiapas, Marcelo Pérez, debe ser ese ejemplo de entrega a las buenas obras y de cómo, pese a las amenazas, seguía trabajando para proteger la vida de sus hermanos, a los que siempre buscó proteger.

“Todo su ministerio fue dedicado a los más pobres, a sembrar la paz, a hablar de la justicia y los derechos humanos, así como al cuidado de la casa común. Una vida así bien vale la pena vivirla, una muerte así bien vale la pena sufrirla y no se extrañen que dentro de algunos años se hable a canonización del padre Marcelo, un indígena tzotzil, pero para Dios no hay diferencias de razas, ni color de piel”, afirmó.

En su mensaje, el Arzobispo también lamentó que Yucatán siga en los primeros lugares en los índices de personas que atentan contra su propia vida.

“Lamentablemente en Yucatán sigue sucediendo por depresión y falta de afectos. No es para condenarlos, solo Dios es el verdadero y único juez, no los juzguemos”, dijo.

Por ello, dijo, hay que seguir orando por nuestros difuntos, es nuestro deber pedir por su eterno descanso.

La misa se celebró a las 10 de mañana y asistieron unas 500 personas, entre ellas la alcaldesa de Mérida, Cecilia Patrón Laviada, regidores y funcionarios del Ayuntamiento de Mérida.

La muerte no es el final

El Cementerio General de Mérida lució este sábado 2 de noviembre una buena afluencia de visitantes que llenaron el espacio en el que el obispo auxiliar de Yucatán, monseñor Pedro Mena Díaz, celebró la misa en la que pidió el eterno descanso de quienes se nos han adelantado en el camino y, para consuelo de las familias, recordó que “la muerte no es el final”. 

“Estamos reunidos en el camposanto por la fe y la esperanza que tenemos como peregrinos en la tierra, de que algún día nos unamos a quienes se nos han adelantado y a nuestros hermanos difuntos para que entremos en el reino de los cielos, para vivir con plenitud la vida que nos ofrece Dios”, dijo.

En este sentido, recordó que este día dos de noviembre se celebra a los santos que son quienes por haber seguido a Jesucristo fielmente, ya están gozando del reino de los cielos, y quienes pueden verle cara a cara, y por ello pueden pedirle que haga algún milagro por su intercesión.

“Los santos vivieron plenamente el evangelio, eran gente de fe, esperanza y caridad que pusieron en práctica el amor al prójimo”, reiteró. 

En la primera lectura de Judas Macabeo se nos hace la petición de orar con fe para pedir por los difuntos y eso es porque cree en la resurrección de los muertos, y nosotros tenemos la confianza en la resurrección de nuestros hermanos que se nos han adelantado y en la nuestra, continuó monseñor Mena Díaz, quien subrayó que tanto nos amó Dios que nos envió a su hijo Jesucristo para salvarnos, borrando nuestros pecados. 

“Él está vivo, él resucitó, la muerte es solo un paso a la esperanza de la resurrección y si queremos alcanzar el reino de los cielos tenemos que vivir con caridad cumpliendo los mandamientos, los tres primeros son expresan el amor a Dios y los siete siguientes el amor al prójimo”, explicó, al tiempo que recordó al joven beato italiano Carlos Acutis, quien mencionó que la eucaristía es la autopista para llegar al cielo.

Janal Pixán, alusión a la vida

En entrevista posterior monseñor, Mena Díaz dijo a Peninsular Punto Medio que el Janal Pixán es antído del Halloween que hace referencia a la muerte, a la destrucción, al espanto, al susto, mientras que en el altar a los difuntos todo hace alusión a la vida como la comida, las flores o las frutas, por lo que hizo un llamado a conservar nuestras tradiciones.

“Podemos ver el Halloween como un carnaval, pero no hay que perder lo esencial, que nosotros vamos peregrinando por el mundo para regresar en algún momento a Dios, y para ello hay que ser fieles a lo que nos enseñó Cristo, amarlo a él, al prójimo y siempre hacer obras de caridad, ese es el camino”, apuntó.

Al finalizar la misa, los asistentes se desbordaron caminando por los pasillos del camposando, la mayoría portaba sombrillas y llevando flores y veladoras para colocar en la tumba de sus seres queridos. Asimismo, muchos llevaron cubetas para llevar agua y hacer la limpieza, pero al intentar abrir las llaves de las tuberías dispuestas en el cementerio se llevaron un chasco, pues lamentablemente un fallo en el sistema ocasionó que el vital líquido brillara por su ausencia en momentos en los que más se requería.

Exitosa jornada

La jornada fue todo un éxito para los vendedores principalmente de agua, granizados y flores que se vendieron en ramos de 50 y hasta 100 dependiendo de la variedad.

En uno de los arriates de la avenida principal de este cementerio se encontraba doña Gloria Uitz y su esposo don Oscar Chi Canul, que como es una costumbre desde hace muchos años en este día llegan a vender su pan de escotafi a este lugar desde su natal Pomuch, Campeche.

Doña Gloria recordó que, anteriormente, alrededor de hace 40 años viajaba en el ferrocarril saliendo a la una de la tarde de Pomuch para llegar a Mérida a las 5 en el tren ordinario, y después de acabar su producto en el mercado Lucas de Gálvez donde sigue vendiendo cuando llega, rápidamente se dirige a la estación central para tomar el llamado tren mexicano que salía a las 8 de la noche para finalmente estar en su pueblo natal a las 10. Ahora el viaje lo hace en las camionetas tipo van que hacen el recorrido en hora y media.

Respecto al pan que ofrece, dijo que en Mérida se conoce como panetela y que su característica es ser muy esponjosito, prácticamente como si fuera el pan que sirve de base para los pasteles, para lo cual se utiliza mucho huevo, leche y limón.

“Para que quede así lo tengo que hornear al carbón, a fuego lento, tengo 50 años de ser panadera, como en el pueblo todos saben entre amigas nos enseñamos”, comenta doña Gloria, quien nos dice que para prepararlo se levanta desde las 4 de la mañana hasta concluir a la 1 de la tarde. 

Además del pan de escotafí que ofrece en 60 pesos la bolsa con tres piezas grandes, doña Gloria y su esposo don Oscar preparan de manera casera sus merengues, y de manera habitual llegan a venderlos al mercado Lucas de Gálvez colocándose a las puertas del local del príncipe Tutul Xiu, pero también recorren las calles de la colonia San Cayetano donde ya son conocidos y gozan de una buena clientela. 

Así es que recorrer el cementerio general en este día tan especial fue una oportunidad para disfrutar de muchos alimentos y también de saludar a buenos amigos que acudieron a visitar a sus difuntos, como fue el caso del maestro Rafael Pinto Ontiveros, el presidente fundador de la Felicidad Comienza A.C., quien no perdió la oportunidad de obsequiar algún presente a las personas de la tercera edad que se encontraban en el lugar tales como cereal, cacahuates o galletas.

Texto: Esteban Cruz y Manuel Pool

Fotos: M. Pool y Alex Ruvalcaba