Lo que nos dejó París

Mary Carmen Rosado Mota

@mary_rosmot

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Ahora que estamos a una semana de terminar este año es momento preciso para recapitular lo que nos dejó el 2024 y, por supuesto, al ser un año olímpico y paralímpico tenemos que hablar de lo que aprendimos de París. Un ciclo atípico para quienes participaron, al ser más corto que lo que marca la tradición a causa de los atrasos que ocasionó el covid-19, pero con toda la actitud de superar sus mejores versiones en la búsqueda de la gloria.

LA GRANDEZA DEL RECONOCIMIENTO 

Es verdad que no hay nada como ganar una medalla olímpica, más si es de oro, pero este verano aprendimos que la grandeza no solo está en el reconocimiento propio si no, también, cuando somos capaces de reconocer el talento de nuestras adversarias. Las gimnastas estadounidenses Simone Biles y Jordan Chiles nos dejaron una de las fotos más memorables de todos los tiempos al hacerle reverencia a la campeona olímpica de piso, la brasileña Rebeca Andrade, en una clara muestra de que para ser la mejor hay que ganarle a las mejores.

AMOR EN TARTÁN PARISINO

La ciudad del amor fue testigo de la hazaña de una exitosa pareja que si algo tiene claro es, que, cuando hacemos lo que amamos de la mano de la persona que nos ama no hay manera de fallar. Tara Davis-Woodhall se proclamó campeona olímpica de salto de longitud, siendo a penas la cuarta atleta de Estados Unidos en lograr esta presea, ante la mirada eufórica de su esposo quien no paró de gritar y apoyarla durante toda la competencia. 

Unas semanas después, fue el turno de Hunter Woodhall de salir a la pista para conseguir la medalla de oro en los 400 metros T62 y convertirse en el campeón paralímpico de su especialidad y, tal como lo había hecho, su esposa estuvo en primera fila para celebrar y aplaudir el triunfo de su esposo. Un joven matrimonio que puede presumir de dos metales dorados en su hogar. 

GUERRERAS MEXICANAS

Si de alguien aprendimos en esta edición, definitivamente, es de las atletas mexicanas; jóvenes que lograron por primera vez una clasificación olímpica, como la selección de gimnasia rítmica; el legado que se construye al momento de decir adiós, como hizo Alejandra Orozco; la adversidad superada para cumplir nuestros sueños, tal como el equipo de nado sincronizado; llevar nuestro cuerpo al límite por la oportunidad que tenemos, como la gimnasta Natalia Escalera; superar nuestras propias expectativas sin que influyan otras personas, como la medallista de plata en judo Prisca Awiti; y el trabajo en equipo trae grandes resultados, así como las medallistas de bronce en tiro con arco Alejandra Valencia, Ana Paula Vázquez y Ángela Ruiz. 

París 2024 estuvo lleno de momentos inolvidables, de competencias que quedarán en nuestra memoria y de deportistas que, como sucede cada edición, nos demuestran que el espíritu humano es inquebrantable en la lucha por nuestros sueños. La próxima semana nos despediremos del año con la segunda parte de las enseñanzas que nos dejó París.