Los cambios del mundo

Mario Barghomz
mbarghomz2012@hotmail.com

La tecnología ha creado una nueva forma de pensamiento y diálogo, una nueva manera de sentir y percibir el mundo. De tal manera que las nuevas generaciones ya no están respondiendo a los modelos tradicionales de comportamiento, ni éticos ni prácticos.

En el pasado, los hijos heredaban el modelo y los valores de sus padres, sus prerrogativas morales y hábitos. Hoy, los hijos por primera vez en la historia humana, han creado una distancia moral y ética con la de sus progenitores. Y por sí mismos han comenzado a construir una nueva ruta de vida.

La manera de pensar, vivir y de hacer las cosas es significativamente distinta. Y son los mismos modelos de comunicación actual los que han permitido crear este vacío; distancia que se ensancha en el propio lenguaje y las nuevas formas de crear conceptos y otras formas de sobrevivir y relacionarse.

La misma diversidad sexual y de género ha erosionado lo que siempre se consideró la base moral de la sociedad. Me refiero a la familia nuclear y el matrimonio como principio y principales referentes de valores cada vez más exentos y menos significativos en la nueva generación de relaciones (de todo tipo y del mismo género) que, si antes se consideraban disfuncionales (anómalas), hoy se presentan como una garantía de la libertad personal de una elección no condicionada.

Los genotipos y disfuncionalidad genética en el comportamiento de las nuevas masas, hoy representan un logro sustantivo y significante de lo “anormal” a lo natural dentro del nuevo pensamiento humano, cada vez menos escandaloso y más consciente y tolerante de la diversidad. 

Así como los antiguos matrimonios y el viejo concepto de familia, poblaciones enteras en todo el mundo han desaparecido dejando pueblos y casas vacías hoy habitadas por nadie. Países como España, Italia, Escocia y Suecia están invitando a la gente a vivir en lugares y pueblos abandonados por sus antiguos residentes. ¿Pero por qué ya no querer vivir en ciertos lugares que, aunque hermosos, han dejado de ser sustantivo e ideales?

El dinero tampoco es el mismo que usaban nuestros papás y abuelos. Los cambios también aquí son significativos, y no sólo por el valor intrínseco de la moneda, sino por su referente virtual con la que hoy se paga o se cobra. Llegará el día (y será pronto) en que el dinero como lo conocemos, ya no exista.

El dinero de hoy se carga o se deposita en una tarjeta, se transfiere de una cuenta a otra. Su uso es también cada vez menos real y más virtual, de tal manera que su valor ya no se guarda en una caja fuerte o se ahorra en una alcancía en la casa, sino en activos y cuentas de los nuevos modelos de sistemas bursátiles o bancarios. 

En todo; los cambios del uso de una herramienta a otra (el teléfono, el coche, la televisión…), de viejos a nuevos valores en los parámetros de nuestras relaciones íntimas o de interacción social, del uso menos frecuente del dinero como aún lo conocemos; nos ha obligado a ver el mundo de otra manera, a vivirlo de otra forma de tal modo que nosotros también, significativa o relativamente; hemos cambiado o lo estamos haciendo empujados de una u otra manera por la modernidad.

Este mismo artículo primero lo estoy escribiendo sobre una libreta de apuntes (en letra “script” que tampoco ya no se enseña en la escuela), lo que un milenial intoxicado de presente no entendería. ¿Por qué no hacerlo en directo en la computadora o en el Ipad?. Presumo que lo sigo haciendo así porque ello refuerza la consistencia neuronal de mi cerebro, permitiéndome un mantenimiento que ralentiza su desgaste y refuerza su actividad sináptica. Sin embargo, la mayoría de mis lecturas (filosóficas o científicas) hoy las hago en mi Kindle, como otras cosas que fuera de prejuicios y nostalgias, he tenido que renovar.

Y todos hemos tenido que aceptar, tolerar y aceptar cambios que sin duda no teníamos considerados y no aparecían en nuestros propósitos. Nuestra misma manera de sentir, de pensar y no sólo en aquello más práctico y cotidiano, sino en todo aquello que hoy determina nuestra persona.