Esta familia en Yucatán pertenece a un reducido grupo que cuenta con escudos de armas auténticos
En días pasados, el historiador Raúl Casares G. Cantón presentó un libro en el que ofrece un interesante y ameno recorrido por la historia de su familia, cuyo fundador en la Península, José Antonio Casares Pérez Roldán Sánchez de Boedo y Cuesta llegó en el siglo XVIII.
Para que le fuera otorgado el cargo de Factor de la Real Renta del Tabaco, Aguardiente y Naipes, que desempeñó en la ciudad de San Francisco de Campeche, lugar de su primera residencia, antes de pasar a Mérida, tuvo que certificar su calidad de Hidalgo y Cristiano Antiguo, libre de toda “mala raza” de judíos, moros y gitanos.
El documento que recibió, incluyó el escudo de armas de su linaje y las firmas originales del Rey de Armas de S.M. Carlos III, así como las de los principales funcionarios reales de la Chancillería de Valladolid, de donde procede el documento que tiene mucho valor, ya que la posesión ancestral de un escudo de armas, constituye una prueba difícil y complicada, dado que hay que retroceder varios siglos, hasta llegar al primer caballero que fue honrado por el Rey con dichas armas, por alguna hazaña guerrera en tiempos de la reconquista española.
Sólo un Rey de Armas, capacitado como tal, puede certificarlo, apoyado en viejísimos documentos probatorios, o en antiguas casas solariegas que aún conservan sus escudos originales, por lo que con dicho documento se certifica que los Casares de Yucatán pertenecen al reducido grupo de familias, cuyos escudos son auténticos.
Los Casares figuran entre los descendientes del gobernador y Capitán General de Yucatán, el Mariscal Antonio de Figueroa y Silva Lazo de la Vega y Ladrón del Niño de Guevara (1725-1733), quien erigió la Iglesia de Santa Ana, donde se encuentra su lápida sepulcral.
De su unión con Isabel de Ávila y Ancona, tuvo un vástago que figuró bajo el apellido Quijano, hablamos de Juan Estéban de Quijano y Ávila (quien llevaba los apellidos de quienes fueron sus tutores), y quien edificó el templo de San Sebastián.
La familia Casares es propietaria desde hace cinco generaciones de la Hacienda Nohchan, ubicada en el municipio de Seyé y cuyos orígenes se remontan a principios del siglo XIX.
En diciembre de 1872, Fernando Casares Quijano remató en juicio de sucesión testamentaria de la viuda de Francisco Medina, un vecino de Tixkokob que fue el propietario de la Hacienda Ganadera desde 1828.
Los hermanos Fernando y Manuela Casares Quijano, en ese entonces propietarios de la hacienda Holactun, situada muy cerca de Nohchan, en Seyé, la heredaron de su madre Carmen Quijano Gutierrez de Cosgaya, perteneciente a la poderosa familia Quijano de la época colonial y bisnieta Antonio de Figueroa y Silva, Capitán General y gobernador de la provincia de Yucatán.
Los hermanos Casares Quijano la heredaron a sus hijos Fernando, Carlos y Eduardo Casares Martinez de Arredondo; estos a la vez se dividen, Carlos se quedaría con Holactún y Eduardo con Nohchan, respectivamente; Fernando, médico de profesión fue liquidado.
Luego de la muerte de Eduardo, la heredan sus hijos, Eduardo, Fernando, Alvaro y José María Casares y Casares, con el tiempo la finca queda solo en manos de este último, quien se la deja a su viuda Leonor Ponce Cámara.
Entre los hijos del matrimonio que formaron José María Casares y Leonor Ponce Cámara, destaca Jose Maria Casares Ponce, quien se ordenó sacerdote el 16 de agosto de 1947 y quien la primera misa que ofició fue en memoria de su tío Pepe en el Santuario de la Encarnación en la Hacienda Nohchan. Sus hermanos fueron Leonor, Helena y Raúl.
Texto y fotos: Manuel Pool