Los dos eneros, una estampa de la realidad social

Salvador Castell-González 

Ya estamos en febrero y el primer mes del año se ha ido, es parte de la historia acompañado de muchos comentarios y publicaciones que hablan de los 87 días que duró enero, de lo largo que se les ha hecho y que difícil ha sido sobrevivirlo.

Estos comentarios han sido muy comunes a lo largo de los años, pero yo note algo diferente este año, muchos incluyéndome sentimos que enero se fue demasiado rápido y que parecía que enero solo tuvo 15 días. Es por eso indagué un poco más en el tema y después de diversas entrevistas y charlas con autores de estos dos tipos de comentarios está claro que existen al menos dos eneros.

El primer enero es uno lento y largo, fastidioso y las personas están deseosas de que ya sea febrero, esperando la próxima quincena.

El otro enero es uno muy rápido, de pocos días y se expresan frases de lo corto que ha sido para cumplir las metas, principalmente económicas, el juntar el dinero para pagar la luz, el internet y otros gastos que no perdonan la cuesta de enero.

Aunque deben existir muchos otros factores, estos comentarios en el pequeño universo de muestreo que he realizado nos habla de cómo podemos percibir de una manera muy distinta el mismo espacio de tiempo, como diría Einstein, el tiempo es relativo.

No es lo mismo estar contando los días para recibir el próximo pago de la quincena que estar juntando dinero para pagar los gastos y más aún en un mes donde el flujo del capital es limitado por los gastos que conlleva las celebraciones de diciembre.

Este problema no es un problema solo de Yucatán, es un problema que al menos en mi alcance se observa en Latinoamérica, una tierra que ha sufrido mucho desde la pandemia y que le ha costado trabajo levantarse, con cambios en las gobernanzas, algunos ya ocurridos otros por ocurrir.

La brecha salarial y de seguridad laboral se ha acrecentado mucho en Latinoamérica en los últimos años como un efecto residual de la pandemia donde las personas con trabajos estables lograron sortear la depresión ocurrida en y post pandemia, al contrario de las personas emprendedoras y de economía informal que vieron diezmada su capacidad laboral y de acción al tener que recurrir a la venta de sus artículos, adquirir deuda o agotar sus ahorros, lo cual hoy años después con la economía tan estancada no ha sido posible recuperarse.

Este enero ha sido el reflejo de la desigualdad social y la falta de igualdad de oportunidades para la reintegración a las cadenas de valor, aunque se presuma que el año pasado fue el año de mayor empleo en la región, la realidad es que ha sido empleo temporal asociado al tren maya y este año se observara un abrupto descenso de los empleos formales en la región. Este enero fue solo un reflejo de la realidad en la que nos encontramos.

Un enero que refleja la gran desigualdad social, económica y laboral que hay en nuestras sociedades. Espero que todos y todas hayan logrado sus metas…