Los humanos cambian el cielo

Los gases de efecto invernadero han hecho que la troposfera se expanda y la estratosfera se contraiga; las alteraciones pueden afectar al clima

El cielo está cambiando. Desde hace unas décadas, los límites entre las capas de la atmósfera varían. La altura de las dos más cercanas a la tierra, la troposfera y la estratosfera, está siendo modificada por los gases de efecto invernadero (GEI): mientras la primera se está expandiendo por el calentamiento global, la segunda se está encogiendo por un enfriamiento paralelo en las alturas. Tanto cambio, creen los expertos, podría afectar a la circulación atmosférica planetaria, clave para el clima global.

Los últimos datos sobre la estructura de la atmósfera, publicados recientemente en la revista científica Science Advances, confirman que el límite entre la troposfera y la estratosfera está subiendo en el hemisferio norte. La primera, con un grosor de entre 15 kilómetros en el ecuador y 9 en los polos, es la capa inferior de la atmósfera y donde se desarrolla la vida sobre el planeta. La segunda, de unos 50 kilómetros de alto, es la capa que hay por encima y, ya solo porque incluye la capa de ozono, es vital para proteger todo lo que hay debajo. La frontera entre ellas se llama tropopausa y marca la línea a partir del cual la temperatura ya no desciende con la altura, sino que aumenta. Aunque su ubicación oscila según las estaciones del año y latitud, está cada vez más arriba desde 1980, se mida desde donde se mida.

La tropopausa se viene elevando entre 80 y 50 metros por década desde hace 40 años, según este nuevo estudio. El abanico depende de los instrumentos que se empleen en la medición. Los datos ofrecidos por redes de satélites GPS cifran la subida entre 70 y 80 metros por década. Mientras, la red IGRA, formada por dos centenares de estaciones de radiosondas, varias de ellas en España, rebaja el ascenso a una cifra en torno a los 50 metros. Estas radiosondas, de las que se fían más los científicos, son básicamente miniestaciones meteorológicas que suben al cielo enganchadas a un globo y caen en paracaídas cuando este revienta. En el lapso, registran datos básicos como la temperatura real en altura.

“Estamos siendo capaces no solamente de cambiar el clima en la troposfera, sino también de modificar toda la estructura de la atmósfera del planeta”,  dijo Juan Antonio Añel, investigador del EPhysLab, en la Universidad de Vigo.

La investigadora de la Universidad de Toronto (Canadá) Jane Liu, coautora de la investigación, resume sus resultados: “La temperatura de la troposfera ha aumentado entre 1980 y 2020, en especial desde 2000, y la temperatura estratosférica ha descendido en ese mismo periodo, aunque la bajada es menor desde 2000″. Esto se traduce en la expansión de una capa y la contracción de la otra y, en consecuencia, “la altura de la tropopausa se está elevando”, concluye Liu.

La causa de este ascenso de la tropopausa está en los gases de efecto invernadero que están calentando el planeta y cambiando el clima. Este impacto es diferente según la capa atmosférica. El CO2, el metano y otros GEI, que se concentran sobre todo en la troposfera, atrapan una parte creciente de la radiación solar. Además de la mayor radiación, al calentarse el aire troposférico este se expande siguiendo las leyes de la termodinámica. El resultado es la elevación de la tropopausa. Y esta es solo la mitad de la historia.

El científico de la Universidad de Vigo Juan Antonio Añel lleva desde su época de doctorando investigando la tropopausa. En un artículo en Environmental Research publicado en mayo demostró que, al mismo tiempo que los GEI calientan la troposfera, expandiéndola, esos mismos gases enfrían la estatrosfera, contrayéndola. Esa contracción hace que suba aún más la tropopausa. Desde 1980, la estratosfera ha encogido en 400 metros y, de seguir el actual ritmo de emisiones, su grosor se reducirá otros 800 metros para 2080.

En principio, que la tropopausa esté más arriba o abajo podría no tener consecuencias. Pablo Zurita, profesor del departamento de Física de la Tierra y Astrofísica de la Universidad Complutense de Madrid, recuerda, sin embargo, que cuando empezó a descubrirse este ascenso, a comienzos de siglo, “fue considerado uno de los indicadores más robustos del cambio climático”. Aunque aún queda mucho por investigar, Añel señaló su posible impacto en la circulación del aire a escala planetaria: “Las masas de aire no ascienden por igual en todo el planeta. En general, suben desde los trópicos y bajan sobre los polos, llegando de nuevo a las regiones tropicales por la capa inferior. Trastocar esto puede tener efectos no deseados”, advierte. Además, la tropopausa es un límite a la convección, la frontera hasta la que suben las nubes. Todo esto podría “alterar el balance energético global”, completó Añel.

Texto y fotos: Agencias

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