La presencia femenina diferenció a estos inmigrantes de otros grupos étnicos que estaban integrados fundamentalmente por hombres, pues les permitió construir una identidad colectiva.
Importante en cantidad y calidad desde finales del siglo XIX, la inmigración de libaneses a México vino a traer con el paso de los años un importante desarrollo económico social y cultural a la Península de Yucatán, y también a entidades como Puebla y la Ciudad de México, donde en la actualidad se concentra un importante número de descendientes que han desempeñado importantes papeles en el comercio y la industria, mientras que en el ámbito gastronómico no podemos dejar de pensar en el sabroso kibbe frito, que se ha popularizado y ha llegado a las calles de la ciudad, e inclusive no puede faltar en los partidos de béisbol en el Parque Kukulcán.
De acuerdo al historiador Luis Alfonso Ramírez Carrillo, en las primeras dos décadas del siglo XX, Yucatán era una de las entidades con mayor población libanesa en todo el país; su censo de población de 1910 clasificaba a 568 personas como “turcos”, identificados de esta manera porque salían con pasaporte emitido por Turquía.
Es muy interesante que de esa inmigración habían 365 hombres y 203 mujeres, y es precisamente la presencia femenina la que diferenció a los libaneses de otros grupos étnicos, como los coreanos, chinos y españoles, que estaban integrados fundamentalmente por hombres.
Este fue un factor de gran importancia para desarrollar con rapidez una estructura parental y una red de apoyo que se tejió entre mujeres y que permitió construir una identidad colectiva que sentó las bases para la rápida creación de familias extensas que se daban apoyo social y económico al formar las primeras redes empresariales para desarrollar su temprana actividad comercial.
El puerto de Progreso, que fue fundado en 1871, para facilitar el intenso tráfico comercial que implicaba la creciente exportación de la fibra de henequén, se había convertido en uno de los puertos más importantes del Golfo de México para la exportación y el auge económico que trajo a Yucatán la plantación henequenera, lo que hacía aún mayor la presencia y movimiento de barcos provenientes de muchos puertos del mundo.
La cercanía con La Habana facilitaba también la transferencia a México de parte de la población de medio oriente que se embarcaba rumbo a América en puertos europeos, de esta manera, Progreso sirvió de estación de paso a parte de la población libanesa que se internó a México.
Según Cuevas y Mañaná, la tradición oral de la colonia libanesa en Yucatán ubica la llegada del primer inmigrante libanés en 1879, de nombre Santiago Sauma. Algunas versiones dicen que no se quedó en Mérida, aunque sí dejó descendencia directa, y otras que sí lo hizo hasta su muerte en 1931. Santiago Sauma era originario de Hasroun, ciudad en la que al igual que en Al Gubbah, se fomentaba la inmigración hacia Yucatán al conocerse que tuvo éxito su viaje. Por otra parte, con datos que aporta Cuevas Seba en 2009, se ubica al primer migrante libanés en yucatán en 1878, que era de apellido Simón.
Para el último tercio del siglo XIX, comenzaron a llegar al centro de Mérida, numerosos grupos de inmigrantes procedentes de Turquía, quienes establecieron su centro de residencia en la calle 50, desde la 61 y hasta la 65.
En su obra “Mérida en los años veinte”, Francisco D.Montejo Baqueiro, recuerda que entre los pobladores más antiguos de esta zona muy cercana a San Cristóbal, se encontraban D. Emilio Saiden, D. Abraham Selem, D. Salim Dajda, D. Salvador Abdala, D. Antonio Abdelnur, D. Elías Mena, D. Sebastián Esteban y otros, que por muchos años residieron en esta zona y cuyos descendientes se unieron en matrimonio con integrantes de familias meridana.
En 1902, la sociedad maronita que presidía D. Salvador Saide, hizo las gestiones ante las autoridades eclesiásticas de la capital para traer a Mérida a un sacerdote católico árabe. El 22 noviembre de ese año, llegó desde Turquía por vía marítima el Sr. Pbro. D. Jorge Chadé, y es designado al templo de Nuestra Señora de Guadalupe del barrio de San Cristóbal para ejercer su ministerio y ofrecer los servicios de culto a sus paisanos residentes.
De acuerdo al boletín de estadística de yucatán entre 1903 y 1910, se registra la entrada de 1,665 turcos por el puerto de progreso, aunque es posible que muchos estuvieran de paso y continuaran su viaje hacia la capital de la república y otros estados del país, o bien intentaran entrar por tierra a los Estados Unidos.
Texto: Manuel Pool
Foto: Cortesía