Los muertos desfilan de nuevo por Ciudad de México, tras la pandemia

Coloridos cráneos, presumidas catrinas y risueños esqueletos demuestran que esta tradición se niega a morir, gracias a la gratitud a los fieles difuntos

Coloridos cráneos, presumidas catrinas y risueños esqueletos regresaron ayer del inframundo para pasearse por la Ciudad de México con motivo del gran desfile del Día de Muertos, que este año volvió con más fuerza que nunca tras haber sido suspendido en 2020 por la pandemia de covid-19.

Considerado el desfile del Día de Muertos más grande hasta la fecha, contó con diez carrozas alegóricas y un millar de participantes, como estrellas musicales y 350 bailarines y acróbatas.

Durante unas cinco horas, amenizaron a ritmo de salsa y cumbia la jornada a los miles de ciudadanos y turistas que abarrotaron los 8.7 kilómetros de recorrido del desfile, desde la céntrica plaza del Zócalo hasta el Campo Marte, atravesando el Paseo de la Reforma.

Con motivo de los 500 años de la caída en manos de los conquistadores españoles de Tenohctitlan, actual Ciudad de México, el desfile incluyó comparsas con atavíos indígenas moviéndose al son de los tambores.

Precisamente, el Día de Muertos, la tradición mexicana más universal, nace de la sincrética relación entre la visión prehispánica de la muerte y las costumbres católicas.

Entre el 1 y el 2 de noviembre, los mexicanos esperan la llegada de las almas de sus difuntos, para convivir durante la noche en cementerios o en ofrendas hechas en casa con la comida favorita de los que partieron.

UNA FIESTA DE COLORES

—Está precioso, increíble. Es la primera vez que venimos a México y se nota que la gente tiene mucho amor por su cultura —dijo Bibiana, una turista colombiana fascinada porque los mexicanos expresan su identidad “con mucho color”.

El color lo aportaron las grandes protagonistas de este desfile: las catrinas, la famosa figura de un esqueleto vestido de gran dama creada por el artista José Guadalupe Posada (1852-1913) y bautizada por Diego Rivera (1886-1957), que simboliza esta festividad.

También los alebrijes, unas criaturas fantásticas conformadas por elementos de distintos animales, y las flores de cempasúchil, que según la tradición guían a las almas gracias a su intenso color naranja.

Y es que a diferencia del tétrico Halloween, la alegría invade el Día de Muertos porque en realidad se trata de celebrar la vida que todavía queda. —No se pierde la tradición del Día de Muertos y lo del desfile me pareció muy buena idea. La verdad hemos estado mucho tiempo encerrados y ahora salir y ver este bonito desfile —dijo Beatriz, otra entrevistada.

Texto y foto: Efe

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