Los niños de la Mérida de antaño

A diferencia de los pequeños de hoy, que pasan horas y horas jugando con el celular o la tableta, los niños de antaño disfrutaban de cosas tan simples como jugar kimbomba, con la clásica botellita de cloro, o corrían para elevar un papagayo.

Actividades que les permitían hacer amigos y disfrutar en los columpios y el arenero, desgustar una golosina y luego, ¿por qué no?, pasar la tarde “gustando” las caricaturas en la televisión que en finales de los setentas u ochentas en muchas de las casas aún eran en blanco y negro.

“Recordar nunca pasa de moda” es la frase preferida de Raquel Mendoza, quien con nostalgia rememoró con Punto Medio cómo jugaba con su muñeca a la que le gustaba invitarla a beber una Coca Cola de aquellas que, en 1988 venían en botellas miniatura. “Eran tan reales, que siempre decía: la voy a destapar y me la voy a tomar”, dijo esta joven ama de casa, que comentó que ahora busca la manera de acompañar a sus niños y darles tiempo para evitar que se refugien en la tecnología.

“Hay niños de hoy que no saben jugar brinca soga. Cuando era chica jugaba con mis hermanos y, hasta con mis papás a las canicas, chácara, stop; me acuerdo mucho que en los palitos chinos era la más fácil de pescar por que no corría”, comentó Raquel quien reconoció que sus juguetes favoritos eran los que venían en las cajitas mágicas de Sonrics, que en 1993 costaban solamente 8 nuevos pesos.

En cuanto a los juguetes, la entrevistada no dudó en afirmar que Charly Brown era su compañero favorito cuando tenía cinco años. -Hace poco fui a mi casa y al limpiar el closet, lo encontré y me sentí contenta al verlo– dijo.

Al igual que Raquel, Edgar Campos era muy afecto de pequeño a subir a los techos y bajar frutos de los árboles, era toda una hazaña, señaló el entrevistado, quien con nostalgia recordó algunos comerciales de la televisión, que con su música o slogan pegajoso se quedaba en la mente de los pequeños de aquel entonces, como los de los juguetes “Lily Ledy”, que todos querían tener; o aquel ¡Recuérdame!, con el que se anunciaban los Gansitos, pastelitos que a la fecha se pueden conseguir en la tienda de la esquina.

Los que desaparecieron fueron los chicles motita y los negritos, además de la variedad de pastelitos que elaboraba la panificadora yucateca Trevi y que incluía al “Keykito”, (parecido a los pingüinos), los “Cuates”, (que eran como los submarinos), el “Reyecito” con su relleno de fresa y el “Principito”, de gratos recuerdos como los muñecos que traía de obsequio en su interior.

Por su parte, Víctor Denis, quien es uno de los más importantes coleccionistas de juguetes de Mérida, rememoró con nostalgia que era muy destructor y su mamá le guardaba los carros de juguete en una bolsa, ya que solo así se lograron conservar; y ahora son unos de los tesoros más importantes que conserva en un lugar especial.

-De niño vivía en Santiago, y en los juegos con los vecinitos de la calle siempre nos imaginábamos que el edificio de la Secretaría de Salud, que estaba a espaldas de nuestras casas, era un Monstruo Verde, tenía ocho años– comentó el entrevistado, quien no olvida sus paseos por las calles de aquella zona de la ciudad en su bicicleta Vagabundo y cómo entre sus travesuras se “robaba” junto con sus amigos las ciruelas y las grosellas de los vecinos.

Texto y fotos: Manuel Pool Moguel

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